Abajo el queso francés
La posición de París en la crisis ha despertado en EE UU todos los tópicos contra Francia
"¿Qué son 100.000 franceses con los brazos en alto? El ejército". Chistes como éste constituyen el plato fuerte de la televisión nocturna estadounidense, y reflejan la oleada de francofobia que se abate sobre el país. Los resentimientos históricos, la ignorancia, los cálculos políticos y el feroz nacionalismo de la derecha en EE UU se han combinado en un fervor antifrancés que, según el académico Simon Serfaty, uno de los máximos especialistas en relaciones transatlánticas, ha alcanzado "una gravedad sin precedentes".
El rechazo de París a la guerra contra Irak ha resucitado una desconfianza que se remonta a la revolución de 1789, abominada por la gran mayoría de los "padres fundadores" de la independencia, que consideraban "libertinos" y "anarquistas violentos" a los guillotinadores de Luis XVI. Y ha exacerbado todos los tópicos y estereotipos sobre el papel francés en la II Guerra Mundial. Los medios acumulan ejemplos de francofobia: Russ Limbaugh, el polemista radiofónico de más audiencia, entusiasma a su público ultraconservador con frases como la siguiente: "¿Cómo vamos a esperar que los franceses luchen para liberar Irak, si no lucharon para liberarse a sí mismos?"; George Will, columnista de Newsweek, habla del "viejo arte francés de la retirada"; Thomas Friedman, uno de los periodistas más influyentes de The New York Times, propone que Francia sea expulsada del Consejo de Seguridad e India la sustituya como miembro permanente.
Los llamamientos al boicoteo se concentran en productos como el queso y el vino
El grupo empresarial del magnate australiano Rupert Murdoch, ultraconservador y enemigo de la UE, se significa especialmente en sus ataques contra Francia. The New York Post, el diario sensacionalista de Murdoch, ha publicado dos portadas antológicas. En una de ellas, una fotografía del Consejo de Seguridad fue retocada para sustituir por comadrejas (animales identificados con la traición) a los embajadores de Francia y Alemania. En otra, una fotografía de un cementerio de soldados estadounidenses cerca de Normandía iba acompañada del siguiente texto: "Murieron por Francia, pero Francia lo ha olvidado". Según un estudio del lingüista Geoffrey Numberg, la cadena Fox, del Grupo Murdoch, tiende por sistema a combinar el sustantivo "Francia" con el adjetivo "pérfida". Y hasta Homer, el patriarca de la familia Simpson, se ha referido en recientes episodios de la popular serie de Fox a "los monos que se rinden" y al francés como un idioma que "carece de palabra para el concepto de victoria".
El fenómeno ha irrumpido en Internet, con foros de opinión cuyos nombres (merdeinfrance, fuckfrance y bashingfrance) son lo bastante explícitos. Y es indudablemente fomentado por el Gobierno de Bush. "En la Administración republicana domina la oposición a una Europa unida y fuerte como la que encarna Francia", explica el profesor Simon Serfaty. Richard Perle, el más influyente asesor del Pentágono y uno de los principales impulsores de la guerra contra Irak, asegura que "Francia ha dejado de ser un país aliado de EE UU". La francofobia oficial es gratuita en términos electorales, porque hay muchos descendientes de alemanes, italianos y británicos en EE UU, y el español es la segunda lengua, pero no hay apenas votantes identificados con Francia.
Los llamamientos al boicoteo de los productos franceses se concentran en el vino y el queso, lo que demuestra la vigencia de los tópicos y la ignorancia colectiva sobre la realidad económica europea. El sábado, varias decenas de californianos vertieron públicamente vino francés en las alcantarillas. Los productos agrícolas, sin embargo, no representan más que el 5% de las exportaciones de Francia a EE UU, con un gran superávit a favor del país europeo (9.500 millones de dólares) basado en productos de aeronáutica, electrónica, química y medicina.
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