_
_
_
_
AMENAZA DE GUERRA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Elija, señor Aznar

Usted, señor Aznar, fue mejorando como orador desde que era líder parlamentario de la oposición hasta llegar al poder. No fue, sin embargo, su momento más feliz cuando imperativamente le dijo a González que se fuera. Ha cumplido una primera etapa de Gobierno beneficiada de una mejora en la coyuntura internacional, pero proporcionó en ella algunas sorpresas agradables: la capacidad de pacto con sindicatos y nacionalistas y una política económica con aspectos positivos. Otras, lo fueron menos: la actitud ante los medios y la configuración de una galaxia empresarial a su cercanía. Su Gobierno con mayoría absoluta ha sido bastante peor: ha tenido mala suerte y, además, ha gestionado de forma muy desgraciada todas las crisis que se le han presentado.

Más información
El PSOE lleva al Congreso una nueva moción para que el Gobierno no apoye el uso de la fuerza

Pero, sobre todo, señor Aznar, ha elegido usted un estilo que resulta difícil de comprender. Siempre resultó desabrido, pero ahora, de puro desmesurado, bordea lo intolerable. Utiliza usted en el Parlamento un lenguaje por completo inapropiado: allí lo más efectivo es el estilete y la ironía, pero usted prefiere la llave de lucha grecorromana o la cachiporra. Un partido de centro es siempre un colchón o un pararrayos que reduce el intercambio de golpes o las descargas eléctricas que se dan en la política o en la sociedad; en sus manos el Partido Popular se ha convertido en una antena multiplicadora de la crispación. Todo ello es inútil, perjudicial para todos, contraproducente.

Así sucede, en especial, con relación a la crisis de Irak. Admitamos que los actores han dado ejemplo propiciando una gran movilización social, pero, a la hora de hacer geopolítica, en sus manifiestos han resultado más que discutibles. El PSOE tiene flancos no protegidos para su postura: por ejemplo, que si ésta se generalizara en toda la comunidad internacional los elementos de presión sobre Sadam Husein serían mínimos. Pero en una España necesitada de liderazgo para un momento difícil, su posición, señor presidente, bordea lo incomprensible. Después de habernos privado de una explicación durante semanas, a continuación ha seguido una línea caracterizada por el hecho de que lo que dice no lo hace; y además, lo que hace no lo dice. La política de Estados Unidos, nuestro aliado y amigo, tiene el inconveniente de haber agravado la famosa sentencia de Teddy Roosevelt: él era partidario de enseñar una gran estaca y hablar bajito. Bush ha aumentado el tamaño de la estaca, vocifera y, además, no escucha, ni siquiera a los cercanos. Usted dispone de tan solo un mondadientes, es (somos), si no liliputiense sí más bien achaparrado; y no oye a los ciudadanos españoles.

Es tanta la repetición de reacciones parecidas en su caso que sólo cabe recomendarle meditación y lectura. Leyó usted el pasado verano las memorias de Churchill; complete ahora sus conocimientos con la biografía sobre él de Roy Jenkins. En ella se describen los meses finales de actividad del político británico (no se quejará usted del paralelismo). Era, como él mismo se describió -y como usted-, un avión al final de su vuelo al atardecer, falto de gasolina, en busca de un lugar seguro donde aterrizar. Sabía que podía obtener pocos éxitos y se empeñaba en una gran maniobra internacional que estaba fuera de sus posibilidades. Su sucesor -ya previsto- le miraba con lo que pintó como "ojos hambrientos cada vez más suplicantes e impacientes". Supo tomar la decisión de abrirle paso.

Usted va a elegir a quien compita con el PSOE por la presidencia del Gobierno en 2004. Por el bien de todos y sobre todo de los suyos hágalo pronto, no más allá de después de las próximas elecciones y, mientras tanto, súmase usted en la discreción, en la seguridad de que hay, en sus filas, quienes lo hacen ya bastante mejor que usted. No sé si se da cuenta, pero está propiciando un casi imposible, como es la resurrección de la extrema izquierda. Y, sobre todo, está dejando en la incertidumbre, perpleja, a la derecha. En la citada biografía se dice de un personaje que parecía medio loco y estaba completamente cuerdo. Algunos de los que le votaron, se lo juro, piensan ahora que su caso es exactamente el contrario.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_