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LA PRECAMPAÑA DEL 25-M

El pánico electoral se instala en el PP

Los candidatos de las grandes áreas urbanas temen un grave impacto de la crisis de Irak

"Si las elecciones fueran mañana tendríamos motivos para estar preocupados por el rechazo ciudadano a la posibilidad de una guerra, pero son dentro de tres meses y, a la velocidad que van las cosas, es imposible saber qué puede pasar", asegura uno de los responsables de la campaña del Partido Popular para las elecciones del 25 de mayo. La argumentación oficial del PP se prolonga con la esperanza de que la crisis de Irak "esté encauzada" después de Semana Santa. Si no, mejor no pensarlo.

Para acopiar ánimos, la Junta Directiva Nacional del PP escuchará mañana de su líder, José María Aznar, los argumentos que le han llevado a su arriesgado alineamiento con EE UU en el conflicto con Irak.

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Los populares escucharán a Aznar subrayar el mensaje del Gobierno de que sólo la "amenaza creíble del uso de la fuerza" puede hacer posible el desarme que Naciones Unidas exige a Irak desde 1991; que el régimen iraquí es una "amenaza cierta" para la paz y la seguridad del mundo y de España, por su "acreditada vinculación con el terrorismo internacional"; que el Gobierno debe ejercer "su responsabilidad", y que "no va a caer en la tentación de cambiar seguridad por votos".

Se trata, en primer lugar, de cerrar filas, no sólo ante la votación secreta de las proposiciones no de ley contra la guerra que la oposición llevará el martes al Congreso sino, sobre todo, en los mensajes a difundir en cada pueblo, en cada acto electoral. El conflicto de Irak ha dejado en segundo plano cualquier otro planteamiento o promesa electoral.

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En el PSOE, mientras, se está haciendo un esfuerzo de contención ante posibles entusiasmos desbocados. En algún sentido, la dirección socialista coincide con la del PP en que las cosas en política son "imprevisibles" y que en tres meses "la ola puede cambiar" de orientación. Ahora bien, aunque no se atreve a hacer pronósticos sobre el efecto electoral de la posible guerra contra Irak, y menos respecto a las elecciones municipales y autonómicas de mayo, la dirección socialista repite que "se detecta, se siente, una pulsión social de cambio", según exponen los propios expertos electorales del partido.

El PP no oculta la gravedad del momento. "El peor" desde que llegó al poder, según ha admitido incluso el presidente del Gobierno, José María Aznar. "Que no estamos en nuestro mejor momento político ya lo hemos dicho todos, hasta Aznar; que hay un rechazo ciudadano a la guerra es evidente, también nosotros estamos en contra de la guerra. Pero de ahí a proyectar una hecatombe en las elecciones del 25 de mayo va mucha distancia", asegura un miembro de la dirección del PP para resumir la posición oficial sobre cómo puede afectar la crisis a las elecciones.

Aún más, el equipo encargado de coordinar la campaña ha decidido congelar cualquier petición de encuestas electorales y esperar a que escampe. "Hacer una encuesta ahora no serviría para nada, sería tirar el dinero, salvo que pensemos que la crisis va a continuar hasta mayo, y creemos que no", asegura un responsable de este equipo.

Es mucho lo que se juega el PP. O mayoría absoluta o a la oposición. Y el dilema es así de contundente porque la pérdida de su holgada mayoría por parte del PP llevaría consigo un seguro pacto entre el PSOE e IU, e incluso alguna alianza con varios partidos pequeños en muchos lugares. Como ya ocurre en Baleares y Aragón.

Algunos datos. En las últimas elecciones municipales, en 1999, el PP sólo logró 42.825 votos más que el PSOE en el conjunto de España. Las siglas de la gaviota sumaron el 34,42% de los votos, frente al 34,22% logrado por las del puño y la rosa. Una diferencia mínima, sobre todo si se compara con los 2,4 millones de votos y 10,36 puntos de distancia que separaron a los dos grandes partidos un año después, en las generales de 2000. La abstención, además, fue cuatro puntos mayor en las municipales, con lo que ello supone de menor movilización del electorado.

En algunos lugares directamente hay "pánico", y eso que en el PSOE se asegura que, con excepción de grandes núcleos urbanos, los ciudadanos votan a alcaldes y a presidentes de comunidades autónomas en función de su gestión, y no tanto por el disgusto que puedan tener por la posición del presidente del Gobierno sobre la guerra.

"Pero algo sí influirá, sobre todo si no se soluciona pronto y bien", temen en el PP. "Algo sí, claro", confían sin disimulo en el PSOE.

Desde esta perspectiva, es decir, desde el análisis de que la gestión pesará más que otras consideraciones en la opinión de los ciudadanos, las previsiones no varían en exceso respecto a las posibilidades de unos y otros.

El PP firmaría ahora mismo porque se repitiera el resultado de 1999, es decir, no perder ninguna de las capitales que ya tiene, conservar todas las comunidades autónomas e incluso arrebatar al PSOE Baleares.

A esto último se dedicará de lleno en pocos días el aún ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. Sólo falta que Aznar tenga un hueco en su apretada agenda de diplomacia internacional para hacer efectivo un relevo que desde hace semanas se da por descontado.

Los populares recuerdan que en las anteriores elecciones les fue mal. Dejaron de gobernar nada menos que tres comunidades, Asturias, Baleares y Aragón. Los socialistas, por tanto, obtuvieron un resultado muy estimable que les hizo vivir un espejismo roto un año después. En las generales perdieron de manera rotunda y el PP obtuvo su actual mayoría absoluta.

Aquella experiencia les hace pensar que las elecciones municipales y autonómicas tienen mucho que ver con los candidatos, y con la fuerza y la implantación de los partidos en cada territorio.

En todo caso, los socialistas no descartan que la mínima diferencia de votos de hace cuatro años se registre ahora a la inversa, es decir, les dé la victoria. Pero creen que, en todo caso, no moverá el mapa político significativamente. En resumen, el PP apuesta por mantener la actual situación, en tanto que el PSOE sueña, sobre todo, con Madrid. Con el ayuntamiento y, más aún, con la comunidad autónoma.

MADRID Peligran las dos joyas de la corona

El desfile de autoridades que el jueves acompañó a Esperanza Aguirre en la presentación, en un céntrico hotel madrileño, de sus ofertas electorales da la medida de hasta qué punto el PP se siente concernido por la posibilidad de perder los 189.289 votos con los que aventajó a la suma de PSOE e IU en 1999. A la cita del jueves sólo faltaron cuatro ministros, y por insuperables problemas de agenda. Pero, de manera oficial, en el PP no hay dudas. Alberto Ruiz-Gallardón será el alcalde de la capital, y Esperanza Aguirre, la presidenta de la comunidad. O no.

Del lado socialista, Trinidad Jiménez continúa sin dar crédito a quienes mantienen que nada tiene que hacer frente a Ruiz-Gallardón. En ambos casos, comunidad y ayuntamiento, el PSOE sabe que tiene que conseguir dos cosas. Primero, que el PP pierda sus mayorías absolutas y, después, que IU no baje, para poder formar así Gobiernos de izquierda. Todavía es una incógnita el apoyo que pueda obtener la candidatura de Los Verdes-Izquierda de Madrid, que encabeza José María Mendiluce. De momento, las encuestas todavía están algo lejos de otorgar a IU los ocho escaños que obtuvo en las anteriores autonómicas en Madrid.

BALEARES Capital y comunidad, en manos de la minoría

Jaume Matas, que dobló en 1999 los votos del socialista Francesc Antich, confía en que la difícil situación económica que atraviesan las islas, debido a cierta retracción del turismo, se vuelva contra quien es, a su juicio, el principal responsable: "El Gobierno de todos contra el PP que lidera Francesc Antich". Matas ya tiene hechas las maletas para dedicarse de lleno a la campaña electoral. "Es mucho más interesante hacer una campaña desde la oposición", dice animado.

El PSOE prevé que el socialista Antich continuará al frente de Baleares, y seguirá necesitando el apoyo y el concierto de otras fuerzas políticas. La llave volverá a estar en manos de Unió Mallorquina, otrora socio del PP, que con tres escaños, el 7,26% de los votos y un total de 26.682 sufragios decidió hace cuatro años y puede volver a decidir el Gobierno de Baleares. Aún más. Existe la posibilidad de que también decida quién es el alcalde de Palma si el PP pierde la mayoría absoluta que ahora mantiene.

ARAGÓN El rechazo al Plan Hidrológico

También un pacto llevó al socialista Marcelino Iglesias a presidir Aragón. La situación, según el PSOE, es ahora mucho mejor gracias, más que a ninguna otra cosa, al rechazo popular al Plan Hidrológico Nacional. Aunque el PSOE seguirá necesitando del pacto, confía en lograr más escaños que en 1999. Todo con la ayuda de la Chunta Aragonesista. El ayuntamiento también podría caer del lado socialista, con el ex ministro Juan Alberto Belloch como candidato a alcalde.

ANDALUCÍA Jaén en juego y Almería en crisis

No hay elecciones autonómicas en Andalucía hasta el próximo año y los sondeos siguen dando al PSOE una mayoría absoluta holgada. En las ciudades los socialistas tienen temor a perder Jaén, mientras que confían en conservar las restantes. Sevilla y Granada son las principales. El PP luchará por arrebatar a los socialistas Almería. El cambio de candidato socialista en Almería es visto en el PP como el inicio de una crisis interna que pueda beneficiarle. Los populares consideran vanas las esperanzas del PSOE de quitarles Málaga. Y Córdoba resiste bien en manos de la alcaldesa de IU, Rosa Aguilar, apoyada por el PSOE.

CASTILLA Y LEÓN La reconquista de Burgos

El apoyo del PSOE y, singularmente de José Luis Rodríguez Zapatero, al candidato a la comunidad, Ángel Villalba, no inquieta de momento al PP, que se muestra muy confiado en mantener su mayoría. En esta región los socialistas siguen sin arrancar y las principales ciudades parece que continuarán con las siglas del PP. Y una que es ahora socialista, Burgos, puede cambiar de color. El ex ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, luchará por hacerse con el bastón de mando de su ciudad.

PAÍS VASCO Aznar pugna por arrebatar Bilbao al PNV

El anuncio del presidente del Gobierno de que competirá como último de la lista para el Ayuntamiento de Bilbao no sólo fue un gesto de apoyo y solidaridad con sus compañeros. El PP acaricia la posibilidad de hacerse con ese ayuntamiento y desbancar a los peneuvistas. En 1999, el PP quedó a 11.500 votos y seis puntos del grupo más votado, la coalición PNV-EA. Pero el candidato popular, Antonio Basagoiti, dice estar muy seguro de que el cambio es posible con la ayuda de su fichaje monclovita.

Pero Álava, donde el nacionalismo perdió la hegemonía en las municipales de 1999, es la gran deseada. Ahora la Diputación Foral de Álava es el objetivo, de primera magnitud, a conservar. El PP gobierna con Unidad Alavesa y con el apoyo desde fuera del PSE. Alfonso Alonso, alcalde de Vitoria, sabe que para mantener la diputación es imprescindible que él gane en la capital.

En cuanto a los socialistas, la dirección federal, y también el PSE, apuestan porque Odón Elorza vuelva a ganar en San Sebastián. Pero en el País Vasco la preocupación fundamental está en confeccionar las listas, habida cuenta del acoso y las amenazas que sufren del entorno de ETA los militantes populares y socialistas.

GALICIA La incógnita del chapapote

No hay elecciones autonómicas en Galicia, donde el PP gobierna con mayoría absoluta. Los cálculos aquí tratan de dilucidar cuál será el impacto del chapapote en las urnas. Los populares creen que mantendrán el apoyo en los pueblos y comarcas afectados y que poco tienen que perder en las ciudades, pues sólo gobiernan en Ourense. El PP estima previsible, además, un trasvase de votos desde el PSOE hacia el BNG.

El PSOE no tiene dudas de que el socialista Francisco Vázquez mantendrá su mayoría absoluta en A Coruña, y cree que los candidatos del partido podrán seguir gobernando con el BNG en Lugo y Santiago. Se da por hecho que los nacionalistas gallegos suben de manera muy importante en Pontevedra y también se consolida el voto bloquista en El Ferrol. La situación en Vigo, gobernada ahora por el BNG con apoyo del PSdeG, es más impredecible, aunque es posible que la coalición se mantenga. La medición de los efectos del Prestige hundido tendrá que apreciarse por lo que ocurra en los núcleos de población más pequeños y en la comparación con el porcentaje de votos en las autonómicas de octubre de 2002.

Los candidatos del PSOE y del PP a la alcaldía de Madrid, Trinidad Jiménez y Alberto Ruiz-Gallardón.
Los candidatos del PSOE y del PP a la alcaldía de Madrid, Trinidad Jiménez y Alberto Ruiz-Gallardón.ULY MARTÍN

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