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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Quien tuvo, retuvo

Fue emocionante ver a Fernán-Gómez, de 82 años, apoyándose con energía en el improvisado escenario de la Puerta del Sol para gritar con su voz bronca y contundente un clarísimo "No a la guerra". 82, oiga, y ahí le tenemos, coherente y decidido, bien valiente. Admirable.

Y alegraba oír comentar al cineasta portugués Manoel de Oliveira durante la conmemoración del cincuentenario de la Filmoteca Española, con sus 95 años, que esta semana estrena en España su nueva película El principio de la incertidumbre, además del inminente montaje de la que ha filmado a continuación, Un filme falado, que probablemente se verá en el Festival de Cannes del próximo mayo. Manoel de Oliveira es un hombre de festivales y no de grandes taquillas, pero desde 1931 viene desarrollando con constancia una obra personalísima, con el febril apoyo de círculos cinéfilos por todo el mundo. Y no hay quien le haga mover un dedo para acogerse a otros circuitos. Cuenta lo que quiere contar y como le da la gana. Imbatible.

Peter O'Toole rechaza ser premiado si ello significa que están dando por terminada su carrera

Y quienes habíamos creído que el sueco Ingmar Bergman se había olvidado de todos en su refugio de la isla de Faro, hemos reconocido su antigua furia negándose de nuevo a asistir a la entrega de los premios cinematográficos de su país, esta vez enviando una carta, calificada como vitriólica, en la que declara su guerra a los cortes publicitarios de las películas televisadas. Con 84 años de edad, ha levantado un hacha belicosa que en su país puede provocar polémicas y hasta buenos resultados, aunque él calcule con escepticismo que una actitud como la suya, y la de otros como él, se parece a la de "un Don Quijote que lucha contra los molinos de las finanzas".

"Cuando la difusión de una película por televisión", explica el autor sueco, "es interrumpida y resuena con fuerza la publicidad de platos cocinados, de motos o de compresas higiénicas, me pongo furioso, mi tensión arterial aumenta y sufro un choque emocional". (¡Ay, si Ingmar Bergman residiera aquí y viera los destrozos que se hacen incluso en programas cinéfilos!)

Viejos respondones. Como Peter O'Toole, que rechaza la vanidad de ser premiado si ello significa que están dando por terminada su carrera. Cierto que, dada su avería física, sorprende que sólo tenga 71 años, pero si hasta ahora no le habían concedido ningún Oscar, no va a dejarse engatusar con un regalo honorífico. Y eso que un Oscar suele transformarse en dinero. Parece, en fin, que los académicos de Hollywood ya le han hecho cambiar de opinión, pero el antiguo revoltoso ha enseñado los dientes negándose a participar en un circo: "Dado que todavía estoy en activo, y que puedo ganar el adorable premio en buena lid, ¿podría la Academia diferir el honor hasta que cumpla los ochenta?", preguntaba el actor. La ironía no fue del gusto de Dustin Hoffman que se burló de O'Toole: "Yo no soy el único que envejece, amigos". Pero es que Hoffman, con sólo 66 años mejor conservados, es todavía un crío.

Han sido igualmente noticia Blake Edwards, 80 años, anunciando esta semana que va a rodar una nueva versión de su famosa película 10, y el actor John Mills, que a sus 95 acaba de concluir el rodaje de su película número 126. Y es noticia cada semana la intervención radiofónica de la actriz Juana Ginzo que, a sus 80 años, vestida con atrevidas modas aún no inventadas, hace, con perfume anarquista, agudos retratos sonoros de actores cinematográficos de hoy.

El que tuvo retuvo, como (¡ay!) también Manuel Fraga Iribarne, de 82, que no consiente que los actores de teatro organicen la gala de los premios Max en su territorio gallego aunque así se hubiera acordado antes de los famosos Goya. Dice que no va a pagar para que le llamen tonto...

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