Patricia Allende traduce en imagen el movimiento perpetuo del agua

Patricia Allende (1956) parte de la literatura para ponerse después tras la cámara y crear su propio relato fotográfico. En esta ocasión ha sido Theodor Schwenk, con su poema Sobre el caos sensible, el que le ha llevado hasta el agua en sus distintas manifestaciones, en un trabajo que presenta bajo ese mismo título en el Archivo del Territorio Histórico de Álava desde hoy y hasta el próximo 30 de marzo.

Las fotografías de Allende tratan de inmovilizar el movimiento perpetuo del agua: por igual le interesan el mar o los ríos que el chorro de una fuente o, un poco más allá, las sugerencias de una copa de vino. Durante estos dos últimos años, las emociones personales y literarias han producido una serie de imágenes evocadoras, sugerentes, que bucean con intención en las posibilidades pictóricas de la fotografía.

La exposición, que reúne una docena de imágenes, se abre con Agujero negro, una inquietante fotografía sobre las terribles fuerzas del agua, capaz de asimilarse en este caso a la lava o al chapapote. Pero, afortunadamente, el agua se puede convertir en vino, como ocurre en Pasión, la siguiente imagen, que se adentra en las virtudes dionisiacas del zumo de la uva, el único fluido que tiene cabida en la muestra junto con el agua.

A partir de estas dos primeras instantáneas, la fotógrafa leonesa recorre las sugerencias que le ofrecen las palabras de Schwenk que presiden la muestra: "Lo inmóvil nace del movimiento. Aquello que vive en el pensamiento es la vida etérica del agua y aquello que vive en el seno del agua es la sabiduría del universo".

Lo cierto es que Allende tiene claro ese poder del líquido elemento, quizás porque su pueblo natal yace bajo las aguas del embalse de Riaño. Las fotografías son siempre evocadoras: de caminos, de miradas, de rostros, de vida en fin, que quizás sólo existen en ese preciso instante en que se aprieta el disparador.

El escritor Julio Llamazares, autor de la introducción del catálogo, recuerda esta fuerza que "hechiza y abstrae cuando, desde lo alto de un puente o desde una playa desierta, miramos eternamente moverse el agua".

Son fotografías en color, positivadas en cibachrome, en las que hay una búsqueda querida por la oscuridad. "Siempre he sido una fotógrafa que ha preferido la luz y el color, pero lo cierto es que está serie se acerca en muchos casos a la gama de matices del blanco y negro", recordaba ayer en la presentación de la exposición.

Patricia Allende llegó a la fotografía como paisajista, pero con los años se ha ido adentrando en un informalismo que no le impide mantener una actividad teórica sobre la fotografía tradicional. Ha sido comisaria de la exposición España ayer y hoy, que estuvo en Vitoria hace un año y ha dirigido varios cursos universitarios sobre fotografía y naturaleza.