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Columna
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Aborto y carnicería

La niña Rosa tiene un oso de peluche y a toda la autoridad dándole estopa. La autoridad eclesiástica y la gubernativa que la han hecho objeto de una despiadada persecución: ni hospitales, ni médicos, ni derecho alguno; y a los padres de Rosa, jóvenes y humildes campesinos analfabetos, los han colocado bajo sospecha de contumacia, con el filo de la excomunión apretado en la garganta. Tal proceden los sectores más reaccionarios y oscurantistas de Nicaragua, y el purpurado Miguel Obando, en el púlpito, desgranando intransigencia y postrimerías. Gentes así son las que despluman la vida y la risa. Qué tipos tan siniestros. Ni el aborto terapéutico, único supuesto que contempla el Código Penal nicaragüense, ha sido suficiente para que la niña Rosa, de 9 años y víctima de una violación, se viera libre de una crueldad alentada contra todos ellos, es decir, contra la pobreza y la indefensión, por la Iglesia católica y por las conservadoras ministras de Salud y Familia, Lucia Salvo y Nathalia Barrillas, que miren por dónde, se desgañitan, como se desgañitó nuestra atascada Ana Palacio, titular de Exteriores, a mayor gloria de Bush.

Y en el Vaticano, el Papa, después de pronunciarse por la paz, dialoga afablemente con Blair, le da un espiritual tirón de orejas a su siervo Aznar, tan católico apostólico tejano, y le suelta una homilía al providencial Bush. Qué pésima escenificación. Tres matones que tocan a degüello y a genocidio, sin ningún empacho, mientras Roma se limita a exhibir un prudente silencio diplomático: contra los poderosos y sus palafreneros, no escupe sentencias y latines de fuego, ni anatemas; los escupe contra unos campesinos acosados, por atentar contra un feto, cuando en Irak miles de niños mueren cada día, a consecuencia de la guerra y del embargo, y otros muchos miles quizá perezcan aplastados, destripados, desintegrados, por la impresionante maquinaria militar, que ya se pone en marcha. Esa contradicción sólo se comprende en la complicidad o en la taimada indiferencia. Con tipos así, oiga usted, ni un paso. Apestan.

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