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Reportaje:

Hamás dicta la ley en Gaza

La Intifada ha convertido al grupo fundamentalista en la primera fuerza palestina en el territorio autónomo

Hamás (celo, en árabe) se ha convertido en la primera fuerza política de Gaza. La hegemonía de esta organización fundamentalista, que el próximo agosto cumplirá 15 años, se palpa en las calles, pero sobre todo en el frente de la Intifada, donde capitanea sin discusión el frente nacional y religioso en el que coinciden otras 11 organizaciones radicales a las que ha logrado imponer su particular filosofía de la violencia: "Todo o nada".

"Somos la primera fuerza política de Gaza porque damos esperanza al pueblo, ya que continuamos luchando contra el Ejército de ocupación israelí", asegura Mahmud Al Zahar, de 47 años, profesor de cirugía de la Universidad Islámica de Gaza desde hace más de 10 años, portavoz del movimiento fundamentalista Hamás y responsable en sus ratos libres de una humilde clínica en los suburbios de la capital.

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La consulta del doctor Al Zahar, permanentemente custodiada por militantes aparentemente desarmados de Hamás, se levanta en el barrio de Asgula, muy cerca de Zeituni, considerado uno de los principales baluartes fundamentalistas, donde según los servicios secretos israelíes se encuentran la mayor parte de los talleres donde se fabrican artesanalmente las armas de su ejército secreto, especialmente los misiles Kassam 2 o los nuevos Al Burak.

El doctor Zahar, al igual que toda la dirección de Hamás, propugna la lucha armada como única solución para conseguir la expulsión del Ejército israelí e implantar un Estado palestino, al tiempo que trata de demostrar, con la historia en la mano, el fracaso del proceso de negociación y el hundimiento de los Acuerdos de Oslo de 1993. En esta línea admiten que su presencia en la mesa de El Cairo, donde negocian grupos palestinos desde el pasado noviembre un alto el fuego, es simplemente estratégica y sirve para tratar de demostrar que "somos un movimiento de liberación y no una organización terrorista".

"En los últimos meses hemos sufrido importantes golpes. El precio de la soberanía es largo y grande, como lo fue la guerra de liberación en Argelia o la lucha de Europa contra el nazismo. Pero al tiempo los israelíes han sufrido daños importantes, más de 700 muertos y 11.000 millones de dólares en pérdidas", dice el líder de Hamás, tratando de minimizar sus propias bajas, como la de Salah Shehadeh, el jefe de las Brigadas de Ezzdine Al Kassam, su ejército secreto, abatido a principios del verano.

El catedrático de Derecho y diputado Ziad Abu Amr, un estudioso del fenómeno fundamentalista, que preside el Comité Político de Relaciones Exteriores del Parlamento de Palestina, reconoce plenamente la hegemonía de Hamás en Gaza, no así en los territorios autónomos de Cisjordania, donde la represión del Ejército israelí "ha conseguido neutralizarlos". "Hamás ha conseguido en estos dos últimos años mucho apoyo popular. Han sabido capitalizar ese sentimiento de revancha y de venganza que surge de forma instintiva ante las agresiones israelíes. Sus acciones, incluidos los atentados suicidas, son asumidos plenamente por la población", recalca.

La popularidad de Hamás en Gaza se ha visto fortalecida en los últimos meses gracias a las espectaculares operaciones de sus comandos, que han conseguido descubrir los puntos más vulnerables del Ejército israelí, especialmente de sus carros blindados, los Merkava, cinco de los cuales han sido destruidos en poco tiempo.

"Hamás es nuestra única protección ante las tropas israelíes. Ha quedado demostrado en las últimas ofensivas del Ejército israelí en Gaza, ante las que la policía y las fuerzas de seguridad palestinas optaban por huir. En las calles se quedaban disparando sólo los hombres de Hamás", dice M. Kayes, un artesano del barrio de Jabalia, en la puerta de uno de los campos de refugiados más importantes de la zona, donde se concentran los simpatizantes de Hamás y donde este grupo tiene su red de organizaciones asistenciales.

Un soldado israelí vigila a un palestino detenido en el centro de Hebrón.
Un soldado israelí vigila a un palestino detenido en el centro de Hebrón.EPA

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