El hormigón amenaza el saladar de Calp
La construcción de 2.200 apartamentos pone en peligro la rica avifauna de Las Salinas
Las Salinas de Calp es una zona húmeda única, por su enclave integrado en el centro urbano, y de gran valor ecológico. Una lámina de agua, con una superficie de unas 20 hectáreas, ha sido tradicionalmente una zona de refugio y paso obligado para más de un centenar de especies de aves migratorias que hacen un alto en el camino para descansar en El Saladar, como es el caso de los flamencos procedentes del delta del Ródano. Se trata de un humedal comparable por su riqueza e importancia a la marjal de Pego-Oliva y Aguamarga en Alicante, según explica Miguel Pavón, de la Asociación de Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA).
Sin embargo, el Gobierno municipal de Calp (Marina Alta), que disfruta el PP con mayoría absoluta, ha aprobado el proyecto de urbanización del entorno de Las Salinas, cuyas obras comenzarán de inmediato, y que contempla la construcción de 2.200 apartamentos en varias urbanizaciones turísticas.
Los ecologistas denuncian que el PP hará de las zonas húmedas suelo urbano
El Ayuntamiento y la Generalitat reiteran que se ha ampliado la protección del Saladar
Vecinos, ecologistas y grupos conservacionistas consideran que aumentar la edificabilidad en la zona "estrangulará" este paraje protegido, y aportan varios estudios ornitológicos que demuestran cómo el número de especies se ha ido reduciendo en la zona por "la excesiva presión humana". Cuentas que en la última primavera apenas ya unas pocas cigüeñas y flamencos recalaron en esta zona húmeda amenazada hoy por el hormigón.
Ante estas críticas, el concejal de Urbanismo en Calp, José Perles, del PP, desempolva de la memoria los acuerdos municipales y recuerda que en 1989 cuando se aprobó el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), y que con el Gobierno del PSPV cuando se recalificó la zona como suelo urbanizable. El edil se defiende y asegura que desde 1998 se han adoptado medidas por parte de la Consejería de Medio Ambiente y del Ayuntamiento para proteger El Saladar. José Perles asegura que cuando se aprobó el proyecto se amplió también el perímetro de protección, transformando 100.000 metros de terreno urbanizable en uso dotacional.
Ana Sala, presidenta de la Asociación Cultural y Ecologista de Calp, rechaza de plano esta versión y considera que la construcción de 2.200 apartamentos y chalés de tres plantas en la orilla de Las Salinas es "un atentado al medioambiente". Además critica que no se establezca un límite de altura de los edificios, que no se fije un sistema de drenaje para las aguas fluviales y teme que con este cinturón de hormigón esta zona húmeda se seque en unos pocos años.
"Ver aves salvajes en el centro de una ciudad y contemplar la lámina de agua salada es un espectáculo único, irrepetible y que está en peligro", apunta el conservacionista Mark Ducham, que aporta los estudios realizados por el prestigioso ornitólogo sueco Gunnar Aschan en los últimos años, que indican cómo ha ido disminuyendo "progresiva y constantemente" tanto el número de especies, como la cantidad de aves. "De las 157 especies diferentes que recalaban aquí hace unos pocos años, ahora sólo hemos contado 15", asegura Ducham con los papeles en la mano.
Los vecinos y diversas agrupaciones ecologistas y consevacionistas denuncian el proceso de benidormización que está sufriendo esta localidad; consideran exesivos los edificios y torres de aparamentos que en estos momentos circundan Las Salinas; y vaticinan que la construcción de nuevas torres de más de 50 metros de alto será perjudicial. "Habrá más ruido, más contaminación, más molestias y es evidente que menos pájaros", augura Ana Sala. En este sentido, Miguel Angel Pavón, de AHSA, considera que el Gobierno municipal del PP y la Generalitat Valenciana confunden los términos y "pretenden convertir las zonas húmedas protegidas, en verdes urbanas". El grupo ecologista tilda de "brutal atentado" el propósito de construir en la orillas del Saladar esta cantidad de apartamentos.
El edil de Urbanismo, José Perles, insiste en su tesis y recuerda que la Consejería de Medio Ambiente introdujo unos requisitos "proteccionistas" que se han cumplido y que han obligado al urbanizador a modificar el proyecto inicial, y alardea acerca de que la edificabilidad se ha reducido en un 40% respecto a otros planes urbanísticos, ya que sólo se construirán, dice, 73 viviendas por hectárea.
Los ecologistas aseguran que la zona estaba protegida en el Plan Natura 2000 y que el Ayuntamiento modificó esta categoría para poder construir. "Es muy probable, si no se toman medidas adecuadas para mantener la calidad del agua y su nivel, que incluso los flamencos abandonen Las Salinas. Quedarán las gaviotas en invierno, abundantes en cualquier lugar", augura Gunnar Aschan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.