666
Leí en el periódico que a una mujer le habían dado por error hasta siete números distintos de carné de identidad, por lo que además de ser ella misma era, a efectos oficiales, otras seis mujeres que en dimensiones paralelas a la suya firmaban hipotecas, estudiaban inglés, se enamoraban de su cuñado o hacían oposiciones al cuerpo de Correos. Quizá el mismo día que Rosa Martín (tal es su nombre) dejó de fumar, una de sus réplicas encendió el primer cigarrillo. Y tal vez cuando se despertaba para ir a la oficina, otra de sus dobles regresaba de hacer el turno de noche en un hospital y se metía en la cama hasta la hora de comer. Ella y sus copias han estado moviéndose inocentemente por el mundo hasta que las dimensiones en las que actuaban comenzaron a mezclarse desde el punto de vista administrativo con resultados catastróficos.
Así, un día le denegaron el carné de conducir porque ya lo tenía. Otro, le cobraron un impuesto de bienes inmuebles por viviendas que no le pertenecían. Al poco, le embargaron un piso propio para pagar una deuda ajena... El exceso de personalidad, contra lo que muchos piensan, mata a cualquiera. De hecho, Rosa ha tenido que hacer frente en sólo tres años a 60 procesos judiciales, en los que no ha podido actuar como abogada de sí misma, pese a tener estudios de Derecho, porque en la UNED han atribuido esos estudios a una de sus copias. Ella intenta salir a flote, porque es muy luchadora, pero cuando consigue tomar un poco de aire no sabe si respira para sí misma o para una de sus dobles. En su situación, yo creo que no merece la pena ni ponerse a régimen, pues tampoco sería raro que otra mujer, en alguna parte del mundo y sin comprender por qué, adelgazara a costa de su hambre.
Basta que un funcionario teclee mal un dígito para que la realidad se venga abajo. El número del carné de identidad del diablo es el 666, pero sólo con darle la vuelta se convierte en el 999, que a lo mejor es el de Dios, o el de san Pedro. Rosa Martín reclama al Ministerio del Interior nueve millones de euros por haberla obligado a ser siete mujeres distintas durante los últimos años. Quizá gane el juicio, pero seguro que le dan la indemnización a la que no es.
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