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Lázaro Carreter reúne sus textos sobre los clásicos, "donde uno se siente como en casa"

Mario Vargas Llosa, Francisco Rico y García de la Concha destacan la mirada del maestro

Rodeado de amigos, compañeros de la Academia y de una legión de admiradores, Fernando Lázaro Carreter, maestro de filólogos, presentó ayer Clásicos españoles. De Garcilaso a los niños pícaros (Alianza). Un libro donde reúne sus artículos, que empezó en los años sesenta, sobre escritores de los siglos XVI y XVII que fueron "inventores", que crearon formas de expresión que antes no existían, como Garcilaso de la Vega, santa Teresa de Jesús o el padre Las Casas. "Presta una ayuda extraordinaria al lector profano para acercarse a los clásicos", dijo Mario Vargas Llosa sobre esta obra.

Lázaro Carreter (Zaragoza, 1923) es un observador meticuloso e implacable, como ya ha demostrado en El dardo en la palabra. Entró en la Asociación de la Prensa, donde ayer se presentaba su libro, observando todo lo que se movía, sin perder detalle. Con la misma meticulosidad que durante 40 años ha escrito y corregido centenares de libros para Cátedra, Alianza y Anaya, según resaltó su presidente, José Manuel Gómez, se paró delante de un cuadro y preguntó socarrón: "¿Ése es Anson?". Nadie se había percatado, efectivamente lo era, cuando joven, y es que el resultado era manifiestamente mejorable.

Fue la de ayer una ocasión para que Lázaro Carreter se reuniera otra vez con los clásicos, "un refugio". Lo que da unidad a la obra es que se centra en aquellos que marcaron una época -Garcilaso, fray Luis de León, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, fray Antonio de Guevara, el padre Las Casas y Quevedo-. Pero el autor ha querido también delimitar el concepto de clásico, "aquellos que rompieron los cánones clásicos, que eran los grecolatinos por excelencia, hasta que Menéndez Pelayo establece el concepto de escritores inventores, frente a los que imitan".

De santa Teresa de Jesús, por ejemplo, el que fuera director de la Academia Española (RAE), dijo: "Es un fenómeno extraordinario en la vida española, no sólo en la literatura. Ella siempre ha suscitado una clara oposición entre los críticos. Menéndez Pidal decía que por ascetismo y humildad elige una lengua rústica y vulgar. Acerca de si su lenguaje es deliberado o imita el lenguaje vulgar, no creo en la segunda teoría: es una conversa que trata siempre de disimular su origen. Según su confesor, se irritaba muchísimo si le preguntaban por su origen. Su abuelo fue procesado en Toledo por judío. Por eso se trasladan a Ávila, para pasar más desapercibidos".

¿Y cómo se aproxima uno a los clásicos sin sucumbir a las dificultades? "No de una manera simple", recomendó el catedrático. "No consiste sólo en leer, sino de situar cada texto en un contexto, en su tiempo. Esto implica tener unos conocimientos mínimos sobre aquella época y sus costumbres. Darle a los niños un texto limpio de Cervantes, como se hacía hasta hace poco, es un disparate. Ahora ya existen ediciones que amplían su comprensión, como la Biblioteca Clásica de Paco Rico".

Pues allí estaba Francisco Rico acompañándole, que de los 18 capítulos del libro, sólo eran nuevos para él tres. Los suficientes para haberse percatado de que Lázaro Carreter, esta vez, "se moja". "Este libro representa un cambio en su tarea crítica y lingüística. No se detiene en los datos y en lo que muestran, sino que va más lejos en la interpretación de los textos a la luz de las circunstancias de su tiempo, de la historia de la cultura. Se implica y ha perdido cierta asepsia distante de profesor".

A su sucesor en la dirección de la RAE, Víctor García de la Concha, la amistad con Lázaro le ha regalado "un excepcional privilegio: seguir muy de cerca su trayectoria intelectual, desde lo que le seduce hasta lo que le merece desprecio". Y entre la primera categoría están los clásicos, "aquellos que deslumbran, que aparecen como nuevos en un momento literario y siguen fecundos en los lectores".

Y esta obra de Lázaro Carreter es una magnífica ocasión para que el lector lego se acerque a ellos, concluyó Vargas Llosa. "Desde el conocimiento y la sabiduría, es un libro que está al alcance del lector profano, al que puede prestar una ayuda invalorable. Porque es imprescindible leer a nuestros clásicos, representan el gran patrimonio de nuestra literatura y porque además son una fuente de placer".

De izquierda a derecha, Francisco Rico, Víctor García de la Concha, Fernando Lázaro Carreter y Mario Vargas Llosa, ayer, en la Asociación de la Prensa.
De izquierda a derecha, Francisco Rico, Víctor García de la Concha, Fernando Lázaro Carreter y Mario Vargas Llosa, ayer, en la Asociación de la Prensa.BERNARDO PÉREZ
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