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El Born ya tiene plan

Sobre la mesa, por el momento, hay tres papeles. El más detallado, impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona, ha sido elaborado por el museólogo Jordi Pardo, el cual prevé alojar en el perímetro exterior del Born una serie de pequeñas tiendas artesanales, rememorando los puestos al aire libre adyacentes al viejo mercado, una fórmula que recuerda la rehabilitación del Covent Garden, el viejo mercado de las flores de Londres. Según este escrito, en un edificio segregado de la calle Comercial se ubicarán las oficinas, salas de documentación y un mirador sobre el barrio de la Ribera.

El segundo documento a examen, obra de Jaume Sobrequés, director del Museo de Historia de Cataluña de la Generalitat, aboga por convertir el Born en "símbolo de todas las naciones sin Estado" y propone bautizar el yacimiento arqueológico como Memorial de les llibertats.

Un proyecto prevé montar puestos de artesanos junto al viejo mercado a la manera del Covent Garden de Londres
Los arqueólogos presentan los primeros resultados sobre los objetos de la vida cotidiana hallados entre los restos
La Generalitat se debate entre la exaltación nacionalista de 1714 y la lectura industrialista del yacimiento
El centro de estudios sobre la Barcelona del siglo XVIII se ubicará en un edificio de la calle Comercial
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El tercer esbozo, solicitado por el Departamento de Cultura de la Generalitat al historiador contemporáneo Agustí Colomines, pone el acento en la recuperación industrial del siglo XIX y se inclina por nombrar al conjunto con la fórmula omincomprensiva de Barcelona, capital de Catalunya. El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Ferran Mascarell, asegura por su parte que antes de un mes estará acabado un boceto del proyecto museográfico para el Born, una vez que la comisión técnica sintetice estas propuestas que, por lo que ha trascendido, parecen dispares.

El Ayuntamiento de Barcelona es, sin duda, el que tiene el proyecto más avanzado de lo que será el futuro Born musealizado y visitable. Es lógico, si se tiene en cuenta que, así que cuente con la autorización del Ministerio de Educación y Cultura, la Administración local volverá a ser la propietaria del viejo mercado, una vez descartada la opción de construir en su interior la biblioteca central. Corresponde, pues, al Ayuntamiento tirar del carro para que la iniciativa, que ha suscitado el consenso de todas las fuerzas políticas catalanas, no se duerma.

Por encargo de esta institución, el museólogo Jordi Pardo ha elaborado un esbozo de proyecto, ya bastante detallado, sobre un par de ideas centrales: el Born debe explicar el pasado de la ciudad, pero también su presente y su futuro; y esta explicación lleva a una historia local que llega hasta la vida cotidiana del barrio de la Ribera del siglo XVIII, pero a la vez alcanza una dimensión europea, pues se trata de unos restos producidos por el gran conflicto entre borbónicos y austracistas.

El discurso museográfico que Pardo plantea se centra en tres puntos. El primero es la transformación de la ciudad: Barcelona como puerto de Cataluña; la ciudad medieval y moderna; la ciudad industrial (1876-1888-1897); las transformaciones del siglo XX (1929-1992-2004), y la gran conurbación del XXI. El segundo punto se refiere a la transformación urbanística del barrio de la Ribera, y el tercero a la capitalidad de Cataluña bajo la Corona de Aragón (siglos XIII, XIV y XV) hasta la guerra de sucesión y el decreto de Nueva Planta.

En relación con el espacio es donde el bosquejo de Pardo resulta más apegado al terreno. Prevé instalar bajo la cubierta de Fontserè un mirador sobre la zona arqueológica, varios itinerarios a cota cero de las ruinas (unos dos metros por debajo del nivel de calle) y lugares específicos en las calles y plazas de la antigua ciudad para montar actividades pedagógicas de distinto formato que ayuden a entender el lenguaje de las piedras.

En la zona perimetral del mercado, el proyecto prevé instalar cabinas para la interpretación del yacimiento, diversos espacios expositivos -permanentes y temporales-, una cafetería, una tienda-librería y servicios sanitarios; y, por la parte exterior, una serie de tiendas de artesanía y de consumo turístico que arroparán la férrea estructura industrial. Se recupera de este modo, a la manera del Covent Garden de Londres, la idea del viejo mercado central que sigue convocando en posición de centralidad a un comercio variado, llegado de todas partes.

En un edificio anexo que se construirá en la calle Comercial, donde el antiguo proyecto de biblioteca ubicaba los acondicionadores de aire, se prevé alojar ahora el centro de documentación del Born, con espacios para la consulta, aulas didácticas, área de gestión y dirección, un mirador sobre el barrio de la Ribera y un vestíbulo para acoger a los visitantes.

El documento de Sobrequés no difiere mucho de las potenciales interpretaciones históricas del yacimiento. Considera el Rec Comtal como catalizador de la actividad artesana y fabril de la Barcelona de los siglos XII al XVII y la zona central como lugar para explicar la vida cotidiana del barrio en el XVIII. La guerra de Sucesión (1714), la construcción de la Ciutadella (1716), la edificación del mercado (1876) y el desarrollo posterior ("de mercado a museo" es la expresión que sintetiza el arco de 1977, cuando el Born dejó de ser mercado, hasta el presente) son otros aspectos que Sobrequés incluye.

Dimensión simbólica

Pero el documento del director del Museo de Historia de Cataluña no se detiene ahí. En otro lugar hace explícito hincapié en la dimensión simbólica del recinto como metáfora "de la lucha por las libertades nacionales de Cataluña" y de la "resistencia heroica" de Antoni de Villarroel frente a las tropas de Felipe V. "A lo largo de la historia ha habido diversas naciones que, como Cataluña, han luchado para preservar y recuperar sus libertades", escribe Sobrequés. "Es el símbolo de todas las naciones sin Estado que han combatido la opresión". Por todo ello, a Sobrequés le parece conveniente bautizar el conjunto como Memorial de les llibertats -Centre d'interpretació del Born y propone montar en ese espacio dos exposiciones permanentes: una dedicada a la memoria de la Ribera y otra titulada Per la llibertat, cuya temática es "la lucha del pueblo catalán por sus libertades nacionales, desde 1714 hasta la actualidad".

El tercer documento en liza, el más sucinto, ha sido redactador por el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona Agustí Colomines por encargo expreso del consejero de Cultura de la Generalitat, Jordi Vilajoana.

Colomines, que ha calificado como "un error" la apuesta memorialística de Sobrequés [véase EL PAÍS del 12 de febrero], se inclina por insistir en "la Manchester catalana", esa ciudad que a finales del siglo XIX supera con la actividad industrial la derrota sufrida en el terreno de la política. "Con este museo se intenta transmitir la idea de que, si bien 1714 constituyó un paso atrás en la historia del país, sobre aquellas ruinas se alzó una ciudad moderna, ceñida a la vocación industrialista de las clases emergentes, conflictiva porque así eran las metrópolis de la época, y al mismo tiempo capital de un país que, para decirlo a la manera de Vicens Vives, contemplaba el proceso de fusión entre la montaña y el litoral", escribe el historiador.

La idea de Colomines es relacionar el Born con las colonias textiles del Llobregat e incluso de que los visitantes del yacimiento puedan entender "de dónde surge el FC Barcelona a finales del siglo XIX".

Con los primeros papeles sobre la mesa de la comisión técnica, varios implicados en la conservación de los restos y la rehabilitación del viejo mercado han señalado a este diario la necesidad de contar a la mayor brevedad con un comité científico, integrado por museólogos, gestores culturales, historiadores y urbanistas espacializados en el siglo XVIII para que ordenen las líneas de trabajo que seguir. La previsión del concejal de Cultura, Ferran Mascarell, es que la semana próxima se celebre otra reunión de la comisión técnica y con otras tres reuniones más pueda quedar fijado un anteproyecto para empezar a estudiar el presupuesto, en el que espera que contribuya la Generalitat.

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