Irán e Israel, dos visiones del futuro
Irán e Israel ofrecieron ayer, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, dos visiones opuestas de las consecuencias de una guerra en Irak. Si para Teherán una invasión de Irak por EE UU creará un escenario de pesadilla en toda la región del Golfo y Oriente Próximo, para el representante del Gobierno de Ariel Sharon dicha acción militar será el principio del fin para todos los males de la zona.
Gholamali Khoshroo, viceministro de Asuntos Internacionales iraní, afirmó que un ataque a Irak sólo "exacerbaría la tensión y la inseguridad en la región" al hacer más que probable "el despliegue de armas de destrucción masiva, el flujo masivo de refugiados hacia Irán y el desmembramiento de Irak", además de su negativo "impacto en el mercado del petróleo".
Tras recordar que hablaba en nombre del país que ha sido "la principal víctima de las armas químicas de Irak", Khoshroo exigió que Irán fuera consultado en la solución de la crisis: "La carga de violencia, miedo, refugiados y guerra no pueden ser impuestos a los vecinos de Irak".
El viceministro iraní citó la cuestión palestina para destacar que Irak no es el único conflicto en la región y criticó el doble rasero de EE UU en el tratamiento que da a su país y a Israel. "Israel se ha negado a firmar cualquier tratado de desarme y existen informes sobre su posesión de armas de destrucción masiva, incluyendo nucleares", mientras que Teherán, aseguró, "se ha sumado a los principales tratados de desarme" sin beneficiarse de ninguna de las ventajas ofrecidas en ellos. "Por ejemplo, miles de iraníes sufren de hepatitis B porque no podemos desarrollar vacunas debido a la negativa a vendernos el equipo necesario".
Futuro lleno de esperanza
Efraim Halevy, director del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, centró su intervención en describir Oriente Próximo tras la caída de Sadam como un futuro "lleno de esperanzas". Y enumeró consecuencias positivas. En primer lugar, el hecho de que "el año 2003 podría ver la sustitución del desacreditado Yasir Arafat por un liderazgo palestino" moderado, "dispuesto a negociar de verdad". También "Damasco abandonaría su larga rivalidad con Bagdad y, por tanto, podría liberarse de su alianza con Teherán, lo que a su vez debilitaría la influencia iraní en el sur de Líbano". Además, "Siria retiraría sus 30.000 soldados de Líbano". Estos acontecimientos, añadió Halevy, precipitarían "el desarme de Hezbolá y la firma de la paz entre Líbano e Israel".
A todo ello habría que sumar el estímulo que recibirían "las fuerzas moderadas y reformistas" de los países árabes, que podrían alcanzar el poder y acabar con el terrorismo fundamentalista islámico. El cuadro descrito por Halevy no es el capricho de un iluso. El director del Consejo de Seguridad Nacional israelí también dejó claro que su país es "vulnerable" y que espera que "un error de cálculo por parte de Irak no acabe en una acción contra Israel que haga necesaria una reacción adecuada".
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