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Reportaje:

Un gramo de esperanza

Cientos de drogodependientes aspiran a participar en el programa experimental de suministro de heroína en Granada

El heroinómano es uno de los individuos más marginales de la sociedad. Si bien esta adicción ha perdido pujanza en los últimos tiempos, hay un grupo muy numeroso de personas que todavía consume esta sustancia desde hace décadas. Con el paso del tiempo han ido perdiendo poco a poco su vida, su familia, su trabajo y, en definitiva, todo su arraigo social. En los últimos meses, en Granada se ha corrido la voz entre este colectivo acerca del próximo inicio de un proyecto de dispensación de heroína planeado por la Junta de Andalucía y muchos de ellos han empezado a hacerse ilusiones sobre un nuevo modo de vida.

"En estos momentos hay un excesivo entusiasmo en la calle, porque esta gente ve en esta iniciativa, que sólo es un ensayo clínico, una salida a sus problemas después de tantos años", explica Manuel Romero, uno de los técnicos del proyecto, encargado de salir a la calle para contactar directamente con los futuros pacientes.

Los pacientes tendrán un seguimiento diario y participarán en talleres de ayuda
Holanda y Suiza han implantado con éxito programas similares para toxicómanos

El Programa Experimental de Prescripción de Estupefacientes en Andalucía se va a poner en marcha en Granada y La Línea de la Concepción (Cádiz) después de años de retraso por discrepancias entre las Administraciones autonómica y central. En Granada ya se ha iniciado el complejo proceso de selección y está previsto que comience la dispensación de heroína en abril.

El director del proyecto, Joan Carles March, explicó que este ensayo consiste en "comprobar si el suministro de heroína pura a personas que ya han fracasado con otros tratamientos y que tienen enfermedades proporciona resultados más satisfactorios que la metadona".

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Los valedores del proyecto pretenden mejorar las condiciones de vida de estas personas, cuya desintoxicación es casi un imposible. En otros países, como Holanda o Suiza (donde ya se ha puesto en práctica una experiencia similar), los toxicómanos mejoran su salud física y resuelven sus problemas mentales y su situación social. En la mayor parte de los casos se logra reducir la conflictividad, los enfermos encuentran empleo, acceden a una vivienda, regularizan su relación con la justicia y a veces recuperan a su familia.

Manuel Romero, que lleva casi 25 años trabajando con colectivos marginales en Granada, ha pasado los últimos cuatro meses estableciendo contactos con heroinómanos de esta ciudad y sus alrededores. Ha hablado personalmente con las 287 personas que han sido censadas como población susceptible de participar en este ambicioso proyecto y, para ello, ha tenido que acudir a casas abandonadas y descampados donde muchos de estos drogodependientes viven la mayor parte del tiempo.

"Estas personas no tienen precisamente un despacho donde ser localizadas. Es una población oculta que hay que buscar porque sólo se deja ver lo necesario para obtener sus dosis de droga diarias", dice Romero. Algunos de ellos incluso son buscados por la justicia o por personas a las que les deben dinero. De ahí la desconfianza hacia cualquier persona ajena a su entorno. Manuel Romero admite que hay pocas personas que pueden acceder a este ambiente, aunque asegura que, "si se les trata con respeto, honradez y franqueza, los heroinómanos suelen responder del mismo modo a pesar de estar tan quemados".

A estos problemas de aislamiento, los técnicos han tenido que sumar las reticencias de algunos colectivos con poder de influencia, como los vendedores de droga. Cuando los agentes sociales iban a las zonas donde se concentran los drogodependientes para proponerles participar en el proyecto "muchos traficantes se sintieron amenazados porque pensaban que íbamos a dar la heroína a sacos desde un camión", explica el técnico del programa.

Los compañeros de las prostitutas también se mostraron muy reticentes a que se estableciera contacto con ellas, porque "pensaban que le íbamos a quitar el chollo de las 20.000 o 30.000 pesetas diarias que obtienen de estas mujeres". La fórmula de acercamiento al universo de la drogadicción que mejores resultados ha dado consistió en ofrecerles a todos ellos participar en el proyecto de heroína.

Tras este trabajo de contacto inicial se ha elaborado un censo anónimo con 287 personas, de las que finalmente se escogerá a 124 para participar en el proyecto. Se trata de un listado de personas identificadas por claves y alias, que sólo saben interpretar varios técnicos del programa, en el que también aparecen los rasgos más importantes de su modo de vida, según lo que ellos mismos han contado en la calle a los agentes encargados de la preselección.

En los próximos días, un grupo de médicos, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales realizará una entrevista exhaustiva a cada uno de los drogodependientes ya localizados. Ellos determinarán al final cuáles serán los que opten a participar en el ensayo. Los principales requisitos para entrar son el consumo cotidiano de opiáceos por vía intravenosa desde hace más de dos años, haber fracasado ya en al menos dos tratamientos anteriores de desintoxicación, padecer enfermedades infecciosas o agudas, tener problemas psiquiátricos o estar en una situación social especialmente problemática, como las deudas, asuntos pendientes con la justicia o la marginación social.

Los 124 pacientes serán divididos de forma aleatoria en dos grupos. En uno de ellos se dispensará heroína y en otro, metadona, a fin de comparar los resultados entre los distintos tratamientos. Lo que tendrán en común todos es el seguimiento diario que se les hará y la participación en talleres de apoyo. Allí aprenderán a cuidarse mejor, a practicar el autocontrol y, sobre todo, a tener más aprecio por sí mismos.

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