Aterrizaje de alto riesgo
La maniobra de aterrizaje es, junto con el despegue, la más arriesgada de cualquier vuelo espacial. Veamos lo que sucedió en el Columbia desde una hora antes de la hora prevista para tocar tierra. Todo comenzó como en cualquier otro vuelo, pero la situación empezó a torcerse cuando faltaban 23 minutos para el aterrizaje en cabo Cañaveral. Eran las 8.53 horas de la mañana en Florida, las 14.53 en España.
60 minutos antes del aterrizaje. El centro de control de la misión en Houston da el go (adelante) para comenzar las maniobras de salida de la órbita, situada a 280 kilómetros de altura. El comandante enciende durante cuatro minutos los pequeños motores de control de dirección para iniciar el descenso.
32 minutos antes del aterrizaje. El transbordador está a 122 kilómetros de altura y a más de 8.500 kilómetros de Florida, donde debe aterrizar. Va a 27.400 kilómetros por segundo. El transbordador entra en contacto con las capas altas de la atmósfera y pierde velocidad debido a la fricción del aire. La nave pierde altura muy rápido (nueve kilómetros por minuto) y comienza la transición de nave espacial a planeador. La zambullida en la atmósfera se realiza con el vientre de la nave orientado hacia la abajo y el morro hacia arriba, especialmente protegido con losetas cerámicas, con un ángulo de 40 grados. Este ángulo de ataque es crucial. Si fuera mayor rebotaría sobre la atmósfera, como una piedra sobre el agua. Si es inferior, corre el riesgo de entrar demasiado deprisa y sobrecalentarse.
Menos 28 minutos. A una velocidad Mach 25 (25 veces la velocidad del sonido) y a 85 kilómetros de altura, los cuatro alerones, situados en las alas y accionados hidráulicamente comienzan a ser eficaces y permiten a la nave realizar una serie de grandes giros a 60 grados de inclinación para disipar parte de su energía cinética.
Menos 27 minutos. El ordenador de a bordo se encarga de iniciar una serie de grandes giros dirigidos a izquierda y derecha para reducir la velocidad.
Menos 26 minutos. El transbordador continúa en vuelo hipersónico a Mach 19. La fricción del aire sobre el vientre de la nave alcanza su máximo. Las escamas de protección térmica sufren en esta fase las más altas temperatruas, hasta 1.650 grado centígrados.
Menos 23 minutos. Los controladores del vuelo del Columbia pierden la señal de datos de cuatro indicadores de temperatura del sistema hidráulico de la parte izquierda de la nave. Ésta siguió funcionando con normalidad y la tripulación no fue alertada.
Menos 20 minutos. Los sensores detectan una subida de temperatura y presión en los neumáticos del tren de aterrizaje izquierdo de la nave.
Menos 18 minutos. Se pierden los datos de tres sensores de temperatura situados en el ala izquierda.
Menos 17 minutos. Pérdida de datos procedentes de los sensores de temperatura y presión del tren de aterrizaje izquierdo. Uno de los sensores alerta a la tripulación, que advierte a control de vuelo justo en el momento en que se pierde la comunicación con el Columbia.
Menos 16 minutos. En este momento se desintegró el Columbia. Eran las 9.00 de la mañana hora local, 15.00 hora peninsular española. Según la NASA estaba a 61 kilómetros de altura y a 2.254 kilómetros de cabo Cañaveral, su lugar de aterrizaje. Su velocidad era de más de 21.000 kilómetros por hora.
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