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Reportaje:Apuntes

Con un par de carreras

Tres estudiantes que cursan dos titulaciones a la vez, cuentan su experiencia en tiempo de exámenes

El mes de enero hace estremecer a muchos estudiantes universitarios. Con la convocatoria de exámenes llega la primera cita académica para rendir cuentas. ¿Se imagina tenerlo que hacerlo por duplicado? Desde fuera se piensa que estudiar dos carreras universitarias conlleva días empapados por la socorrida mezcla de café y tila, nervios y agobios por la falta de tiempo, y según el hábito, noches insomnes o inusuales madrugones. Prácticas descartadas por quienes están en esta tesitura.

Para Beatriz Alés, Sandra Lleó y Guillermo Adell todo es cuestión de maestría para distribuir los exámenes en tiempo y forma. No se consideran unos talentos; más bien se ven como buenos estrategas, muy constantes, a quienes fascinan las carreras que cursan. Por eso las realizan a pares. Demasiado ambiciosos para iniciar la segunda carrera una vez titulados aseguran que "nadie les ve como bichos raros". Asumen así una práctica poco corriente, que administran a base de codos, dinamismo y sin perder la paciencia. "Sería una locura presentarse a 21 exámenes a la vez. Jugamos con primeras y segundas convocatorias", precisa Alés, quien con 22 años cursa quinto de la licenciatura de Historia del Arte y segundo de Derecho, en la Universitat de València. No ha perdido comba en los estudios. Como su compañera Sandra Lleó con la que ha sellado amistad por decidir académicamente lo mismo hasta tres veces, sin consulta, para más inri. Caprichos del destino que parecen calcados de un guión cinematográfico. Se enteraron de que ambas se habían matriculado de Derecho en el tranvía, pese a cursar idéntica carrera en la misma facultad, y haber estudiado en el mismo instituto. Tanta vuelta de tuerca por vocación y carácter: "Me gusta todo lo que tiene que ver con la legislación del patrimonio y podría ser una buena salida laboral", dice Lleó, que como Alés necesitan "sentirse ocupadas para cundir al máximo". En su tiempo libre Alés es monitora para una asociación de discapacitados. Lleó trabaja a media jornada de administrativa, de ahí que recurra a los apuntes de su compañera, quien distribuye las clases en mañanas o tardes, según la carrera. El año pasado Lléo aprobó el carnet de conducir, recibía clases de inglés y estuvo "muy metida en la falla".

"Trabajamos durante el verano para costear el capricho de estudiar dos carreras. El Estado sólo te beca una"

Pero esta singular pareja ha compartido "las patadas" que conlleva la simultaneaidad. "El Estado sólo te beca una carrera", dice Beatriz Alés, quien ha trabajado durante el verano para costearse Derecho. Por las tardes se preparó las asignaturas de septiembre. "Prefiero dejarme asignaturas para ir al examen a demostrar lo que sé". Y es que no se trata de hacer quinielas, sino de cuadrar los exámenes para sacar nota. También le ocurrió lo mismo con la beca a Lleó, quien repasa otras exigencias: "Para compaginar carreras tienes que tener primero aprobado y una nota media de 6,5 como mínimo en el primer ciclo". En todo esto echó información y celeridad porque "tienes que esperar a diciembre para saber si te han admitido en la nueva titulación por lo que estudias sin saber si te han aceptado". En cambio, ambas alumnas niegan haber tenido complicaciones con profesores por solapamiento con los exámenes y eligen las asignaturas en la matrícula sabiendo con antelación el calendario evaluador. Sin referentes familiares con carreras superiores planean en un futuro acometer otras. "Con 30 créditos más obtendríamos Ciencias Políticas", señalan.

El caso de Guillermo Adell, estudiante de quinto curso de la Licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, y segundo de Fisioterapia en la Universitat, recuerda al de las dos jóvenes. Con 22 años asume un par de carreras por gustarle ambas y porque "mutuamente se complementan". De hecho, la licenciatura actuó de intermediaria para conocer asignaturas de ciencias de la salud y rehabilitación, sobre las que quiso profundizar, a raíz además de dos lesiones padecidas por él y por uno de sus tres hermanos. "En casa me dicen que ellos trabajan para mí", ironiza el estudiante castellonense que aprovecha los fines de semana y el verano para trabajar en el negocio familiar, una tienda y fábrica de embutidos y carnicería. Con fama entre sus amigos de "festero" opta por estudiar en el piso "porque en la biblioteca me pasaría el tiempo hablando".

Lo que peor lleva, cuenta, a es "el ajetreo" porque Fisioterapia se estudia en el campus de Blasco Ibáñez y la licenciatura de Educación Física, en Cheste a unos 30 kilómetros de distancia, lo que le obliga "a saltarse clases, sobre todo algunas teóricas interesantes, porque las prácticas son obligatorias".

A veces se siente mimado por sus compañeros de piso, tres estudiantes de Educación Física, quienes le preparan la comida por falta de tiempo: "En general, me organizo bien. Hago todo lo que me toca, casi siempre".

Aparte, juega en un equipo regional de fútbol y ayuda a la preparación física del equipo, e incluso saca tiempo para practicar expresión corporal. También considera "muy probable" hacer el doctorado en Educación Física. Lejos de la imagen del empollón estándar todos son estudiantes corrientes caracterizados, eso sí, por prácticas infrecuentes.

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