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Jospin rompe su silencio para reclamar la unión de la izquierda

El ex líder socialista francés deja abierta la posibilidad de regresar

El socialista Lionel Jospin, candidato derrotado a la presidencia de Francia, finalizó ayer nueve meses de "convalecencia" con la publicación de un largo alegato a favor de la reconstrucción de la izquierda. En ese texto fustiga a los que, como el ex ministro Jean-Pierre Chevènement, provocaron las divisiones a las que atribuye el desastre electoral en los comicios presidenciales del 21 de abril de 2002.

Tras haberse retirado de la vida pública la noche misma en que el extremista Jean-Marie Le Pen le rebasó por 196.400 votos, Lionel Jospin puntualiza que "hablar no es volver", sin cerrar totalmente la puerta a un nuevo compromiso político. Una pista: con el silencio del ex primer ministro se había callado prácticamente toda la izquierda francesa. Rotas las alianzas anudadas por Jospin para gobernar, cada uno de los partidos que componían su "mayoría plural" se ha dedicado a vivir su propia crisis. Las peleas entre clanes son lo más notorio de cuanto hace el Partido Socialista Francés; los comunistas apenas existen en la vida pública, y Los Verdes han cambiado de líder en medio de una crisis calamitosa. Este ensimismamiento en los asuntos internos les ha dejado fuera de juego en casi todos los grandes asuntos públicos.

Y de pronto, el artículo de ayer. Dos páginas completas de Le Monde en las que Jospin se apresura a aclarar: "He dejado la vida política, no vuelvo a ella. Ya no ejerzo funciones, no pretendo mandatos". Pero el texto publicado, profundamente político, no solamente es una contribución al debate abierto en el seno de la izquierda, sino un respaldo expreso a uno de los dirigentes socialistas, François Hollande, para la batalla en curso sobre quién debe tomar las riendas del partido.

Antes de todo eso, su visión acerada del 21 de abril. El ex primer ministro rechaza que "el pensamiento socialista fuera anacrónico", y no concede crédito a la opinión de que se había alejado de los medios populares, o de que sus reformas esenciales, como la jornada laboral de 35 horas, hayan tenido efectos negativos. "La tragedia del 11 de septiembre", los problemas de inseguridad "y su orquestación" influyeron en la derrota, pero todo esto le parece a Jospin secundario frente al hecho principal: "Dividiéndose en exceso, la izquierda ofreció a la derecha una victoria sin combatir".

Críticas a los ciudadanos

En este punto ataca a Chevènement, a quien describe en estos términos: "Yo no podía hacer nada para impedir a Jean-Pierre Chevènement ir hasta el final de una lógica que se reveló políticamente destructora para la izquierda, para sus compañeros y para él mismo". (...) "Ministro del Interior de mi Gobierno durante más de tres años, Jean-Pierre Chevènement nos atacó sobre el gran tema de la inseguridad. Figura antigua de la izquierda, pretendió cuestionar la división entre la izquierda y la derecha, tan vieja como la República". El así atacado le contestó con un comunicado en el que considera a Jospin "suficientemente mayor como para perder él solo".

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El ex ministro tampoco ahorra críticas al ciudadano que no vota o juega con el sufragio: "Yo no podía esperar, después de haber gobernado cinco años mi país de manera honorable, que mis conciudadanos iban a colocarme después del demagogo de la extrema derecha", en alusión a Jean-Marie Le Pen, líder del Frente Nacional, que disputó la segunda vuelta de las presidenciales contra Chirac tras la eliminación de Jospin a la primera.

Jospin fustiga la acción "zigzagueante y confusa" del Gobierno actual de Jean-Pierre Raffarin, y en especial la gestión del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, sobre todo por su política de estigmatizar a grupos sociales completos: jóvenes de los suburbios, prostitutas, vagabundos, "soltando la brida a las fuerzas de policía" y poniendo en peligro algunas libertades. A su entender, la prueba de la verdad para la derecha en el poder se producirá en el terreno económico y social, cuando se detenga el crecimiento y aumente el paro, sin reducir, pese a ello, el déficit presupuestario.

Las reacciones al pronunciamiento de Jospin fueron mitigadas. La única duda de fondo entre los aficionados a estos temas es si vuelve o no vuelve. No es fácil interpretar la psicología de un político que anunció su candidatura a la presidencia de la República por fax y que, una vez retirado, emplea dos páginas completas de un periódico de gran formato a explicar que no vuelve, pero que todo se hace bastante mal.

Lionel Jospin, en abril de 2002, tras la derrota en las presidenciales.
Lionel Jospin, en abril de 2002, tras la derrota en las presidenciales.REUTERS

"Una guerra sería desestabilizadora"

Para el ex primer ministro francés Lionel Jospin, una guerra podría provocar un recrudecimiento del terrorismo, humillaría al mundo árabe y tendría un impacto negativo sobre la coyuntura económica. "En suma, sería desestabilizadora", escribe en el artículo de Le Monde.

Jospin urge a las autoridades de su país para que no participen en la guerra si ésta se produce. Desea convencer a los socios europeos de Francia de que conviene adoptar esa posición, "y si no, decidamos por Francia". Resta importancia al argumento de que Irak es una dictadura, preguntándose si la ONU va a actuar militarmente contra todas las dictaduras: "Bien sabemos que no".

El ex primer ministro reconoce haber aceptado la guerra del Golfo "porque Irak se había anexionado un país miembro de Naciones Unidas (Kuwait) y representaba una amenaza para el equilibrio de Oriente Próximo", pero "la situación es hoy muy diferente. No estamos tampoco en el caso del conflicto de Kosovo, en que un pueblo estaba siendo objeto de una purificación étnica".

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