Duro y emotivo dramón rural

Arranca bien, con austera fuerza, el filme venezolano Una casa con vista al mar, pero luego pierde su empuje inicial y se estanca. Y hay que esperar a que se acerque la zona de desenlace, cuando la violencia del protagonista -nueva muestra de las calidades y la anchura de los registros interpretativos de Imanol Arias- estalla y se desboca para rehacer los anzuelos de la atención y recuperar el ritmo inicial perdido.

Y la película, que relata una durísima historia rural sobre la miseria de un campesino sometido a la esclavitud por un brutal cacique, es bien conducida por Arvelo en esta zona final, y se rehace en parte, pero resentida por el hecho de que al final da menos de lo que en el arranque promete. Y, pudiendo ser más que eso, Una casa con vista al mar se queda en un interesante intento de fundir cine lírico y cine de lucha de clases en estado descarnado y salvaje, como corresponde al tiempo -no se especifica, pero por los indicios parece que el suceso ocurre en los años cuarenta- en que el duro y amargo drama ocurre.