Armas de destrucción masiva
El hambre, las enfermedades infecciosas, las enfermedades parasitarias, el analfabetismo, la pobreza y todos los demás sufrimientos de la mayoría de los habitantes de este planeta son armas de destrucción masiva mucho más poderosas que las víctimas que puede ocasionar el terrorismo internacional. Para combatirlas no hacen falta escudos antimisiles, ni costosísimas operaciones militares, cuyas cifras escandalosas nos avergüenzan como seres humanos. La tecnología necesaria para garantizar a toda la humanidad agua potable, educación, alojamiento digno, incluso para vencer la malaria y otras enfermedades letales, es relativamente simple. Está a nuestro alcance. ¿Por qué nuestros políticos dedican tanto tiempo a conjurar amenazas hipotéticas de bioterrorismo y tan poco para hacer frente a ese terrorismo llamado pobreza que es concreto, auténtico y real?
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