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Columna
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Comentarios

En las conmovedoras entrevistas a exiliados del pasado dominical de este diario, muchas desgarradoras y algunas más afortunadas, hay muchas anécdotas muy interesantes entre las que he elegido dos para hacer un leve comentario.

La primera es del escritor Sergi Pàmies, quien dice que, a lo largo del tiempo, se admiten los vínculos que se crearon con el país en donde se vivió circunstancialmente, pero se evita caer la nostalgia que pueden producir por los estragos a los que puede llevar. Porque se tarda un tiempo, continúa, en comprender lo que dice Daniel Baremboing: que "ciertos asuntos exigen la generosidad del olvido y otros demandan la sinceridad del recuerdo".

El que alguna razón exija la generosidad del olvido -del exilio o de cualquier otro motivo- quiere decir que quien debe olvidar ha sido víctima de lo sucedido, por lo que olvidar equivale a aceptar esa razón para ser generoso con quien o quienes provocaron su sufrimiento. Es algo así como obligarse a enroscar una tapadera sobre al dolor del recuerdo y, de camino, es posible que sea útil para sofocar el rencor o el odio que puede llegar a corroer las entrañas como una alimaña carroñera.

La sinceridad que demandan otros recuerdos también puede obligar contra la propia voluntad y ser así un acto de generosidad. En cualquier caso sirve a la sociedad, a la historia y a quien practica esa sinceridad porque es conocimiento; no es tapar, sino sacar las cosas y ponerlas en su sitio para comprender el pasado.

La segunda anécdota es de Jaime Salinas, para quien sus años en Estados Unidos no fueron una tragedia, aunque allí se sintió exiliado y ahora siente lo mismo aquí. Dice no saber lo que es sentirse español y que es una suerte no ser de ninguna parte. No estaría mal que eso se pensara, aunque fuera una vez al mes, aquí, en Sevilla. Porque no significa que no guste la ciudad o vivir en ella, sino sentirse también de cualquier otro lugar y de todas las ciudades. Es posible que cambiara el modo de sentir y de vivir. Para mejor, creo. Más solidario.

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