Las intenciones del virus
There is more than the eye sees ("hay más de lo que el ojo ve") es una vieja máxima filosófica que alberga profundos y variados mundos filosóficos. Pero si se trata de lo que existe sin que el ojo humano sea capaz de verlo directamente, no hay que recurrir a los elaborados dominios del pensamiento más o menos abstracto: nada puede competir en este aspecto con la riqueza de la propia naturaleza. El espectro de las radiaciones electromagnéticas, del que la luz "visible" (para nosotros, claro) ocupa únicamente una pequeña franja, es un ejemplo ya familiar; de hecho, nuestra idea del universo comenzó a cambiar radicalmente, mostrando una riqueza antes insospechada, cuando pudimos disponer de instrumentos capaces de detectar ondas de longitud (rayos X, infrarrojos, microondas) diferentes de aquéllas a las que son sensibles nuestros limitados ojos. Otro tanto sucede con los organismos de tamaños a los que nuestra visión no puede acceder sin la ayuda de algún tipo de microscopio. Organismos como las bacterias y los virus. Ambos son minúsculos, aunque los segundos, los virus, lo son mucho más (unas quinientas veces más pequeños) que los primeros, las bacterias, cuyo tamaño oscila entre una y diez micras (millonésimas de metro). Y ambos mantienen, o pueden mantener, relaciones con el cuerpo humano.
EL ENEMIGO INVISIBLE. LA HISTORIA SECRETA DE LOS VIRUS
Dorothy H. Crawford Traducción de Juan Pedro Campos Península. Barcelona, 2002 287 páginas. 20 euros
En general, las relaciones que sostienen con la vida las bacterias (descendientes directas de las formas más antiguas de vida sobre la Tierra y los microorganismos más pequeños que pueden sobrevivir sin la ayuda de otro ser vivo) son favorables a los humanos: son como pequeñas factorías de reciclado, que descomponen plantas y animales muertos en sus elementos constituyentes, que devuelven a la naturaleza, renovando continuamente el ciclo de la vida, aunque es cierto que también pueden producir enfermedades, como la difteria, la tos ferina, el tifus y la tuberculosis.
Por el contrario, los virus no
pueden hacer nada por su cuenta; son, parece, segmentos individuales de material genético que de alguna forma se han desprendido de los cromosomas y han encontrado una forma de reproducirse independientemente, para lo cual necesitan penetrar en una célula viva y hacerse con su control, dominio que utilizan sobre todo para reproducirse. En poco tiempo, un día o dos, aparecen grandes cantidades de ellos, y aunque no tengan la intención de debilitar o destruir a las células en las que se introducen, lo suelen hacer. El virus de la rabia, por ejemplo, destruye las células del cerebro y el ébola las que recubren los vasos sanguíneos, causando hemorragias fatales.
El enemigo invisible, el libro
de la catedrática británica de microbiología médica Dorothy Crawford, trata de ese mundo, del mundo de los virus, de cuestiones como las ingeniosas maneras que esas microunidades biológicas tienen para introducirse en nuestros cuerpos y secuestrar las células; de cómo burlan, o tratan de burlar, a nuestro sistema inmunitario; de los mecanismos de transmisión de las enfermedades que producen, "mecanismos", o "huéspedes", como mosquitos (que propagan, por ejemplo, la fiebre amarilla o el dengue), besos, contactos sexuales, estornudos (esos aerosoles que todos llevamos con nosotros y que son la fuente principal en la propagación del sarampión, las paperas, la rubéola o la varicela); de la conexión de virus que afectan a los humanos con otros primates, apartado en el que la referencia y análisis del caso del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), responsable del sida, es obligada; de la relación de los virus con el cáncer (desde el descubrimiento del primer virus tumoral humano, el EBV, en 1964, se han ligado cinco virus más a cánceres humanos); de la búsqueda de métodos para combatirlos, o de por qué surgen y se extienden nuevas infecciones (no falta referencia al caso de las encefalopatías espongiformes transmisibles). Se trata de un libro en el que el análisis teórico forma una sólida unidad con la exposición de casos clínicos concretos, recientes o antiguos. Un libro con un propósito muy serio -informarnos sobre un capítulo de la medicina y la biología del que no podemos, porque no lo estamos, quedar al margen-, pero que se esfuerza en llevar adelante su fin de la forma más amena posible (abundan, por ejemplo, las expresiones e imágenes afortunadas: "Al revés que el amor, el herpes es para siempre", es una de ellas). Un libro, en definitiva, que se lee con agrado y que ayudará a sus lectores a transitar mejor por el mundo, un mundo en el que los virus nos acechan: son, como dice el título, "el enemigo invisible".
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