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La Generalitat repartirá jeringas en la prisión de Tarragona

Miquel Noguer

Finalmente los presos drogodependientes podrán recibir jeringas de forma legal en los centros penitenciarios. Once años después de los primeros intentos, hasta ahora frustrados por las reticencias de los funcionarios de prisiones, la cárcel de Tarragona comenzará a suministrar jeringas a partir del 1 de marzo. Aunque, eso sí, dentro de un plan piloto y en un periodo de prueba de seis meses.

Tras cuatro años de dudas, el Departamento de Justicia ha decidido dar el visto bueno a un proyecto que en el País Vasco lleva ya 12 años aplicándose y que la mitad de los centros penitenciarios españoles han puesto en marcha con éxito. Con ello se pretende evitar que los presos drogodependientes tengan que conseguir las jeringas ilegalmente o, peor todavía, compartirlas con otros compañeros, lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades, como el sida.

El 35% de los 7.000 presos catalanes son seropositivos, porcentaje que se eleva al 50% en el caso de los reclusos drogodependientes. A pesar de esta situación y de que el sida es una de las primeras causas de mortalidad en los centros penitenciarios, algunos sindicatos de funcionarios nunca han querido aceptar los programas de distribución de jeringas que ya se aplican en la mayor parte de los países europeos.

Y siguen sin quererlo. Ayer mismo, el sindicato Catac lanzó una nueva ofensiva contra los planes del Departamento de Justicia con la amenaza de emprender "medidas legales" y "querellas criminales".

Funcionarios descontentos

Catac, el sindicato mayoritario entre los funcionarios, entiende que repartir jeringas "aumentará el consumo de drogas en las prisiones, lo que comporta un aumento del tráfico de droga y las lógicas consecuencias de violencia y extorsiones".

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No piensa lo mismo la consejera de Justicia, Núria de Gispert, que considera que repartir jeringuillas es sólo el último eslabón para aquellos presos que no consiguen abandonar sus drogodependencias con los programas de desintoxicación ya existentes en las cárceles. Además, según De Gispert, el plan piloto se iniciará en Tarragona porque "la población penitenciaria no tiene excesivos problemas de drogas, la capacidad de la prisión es media [280 internos] y hay una dirección capaz de coordinar y dirigir el programa".

En marzo, los reclusos que se sumen a la iniciativa del Departamento de Justicia comenzarán a recibir las jeringas, que también constituyen una novedad porque son retráctiles, es decir, una vez que el interno se inyecta la droga, la aguja queda escondida para evitar contagios entre presos y funcionarios. Con ello se pretende reducir al máximo las reticencias de los funcionarios y demostrar que repartir jeringas, lejos de aumentar la conflictividad, puede contribuir a rebajar el clima de tensión existente en los centros penitenciarios.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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