Asfixia legal a los ciudadanos
He llegado a la conclusión de que el Estado de derecho me asfixia. El sentido común ya no vale para nada.
El aburrido enjambre de políticos de nuestro país ha creado un sinfín de cambiantes leyes, que nos sobrepasan y afectan hasta el más íntimo aspecto de nuestros intersticios intercelulares, y del que con frecuencia abusivamente somos víctimas las gentes que por nuestra mediocridad tenemos que soportarlas.
El día 31 del pasado año sufrí un robo en mi domicilio. Tras largo tiempo de espera en comisaría, y tras resistir los reiterados intentos del funcionario de zafarse de atenderme, al final pude hacer la correspondiente denuncia cuando amenacé con pedir el libro de reclamaciones.
Posteriormente me di cuenta de que me faltaba el talonario de cheques y al ir a Caja Madrid a anular el talonario se me dice que no es posible porque eso no es legal, al no figurar esa falta en la denuncia; y rezas para que no ocurra nada con el talonario mientras piensas si estás dispuesto a volver por la comisaría.
Resulta que al poseer dos seguros de vivienda, aviso para que cada uno atienda el siniestro, pero resulta que no es legal porque el siniestro debe atenderse a medias entre las dos compañías con las que yo había contratado con cada una por separado, pero que es legal que el pago de las pólizas no sea recibido también a medias, sino en totalidad cada uno por separado a su correspondiente compañía.
En fin; la lista de legalidades que desde hace mucho tiempo vengo sintiendo que me asfixian es interminable.
Es legal que cuando llegas a casa y te encuentras con la puerta de tu domicilio destrozada y luz en el interior, sientas miedo y llames a la Policía Nacional, apareciendo al teléfono un contestador que con toda legalidad dice: "Todos nuestros agentes están ocupados", y que al dirigirte desesperadamente a la Policía Municipal, un señor te diga que no pueden enviar a nadie, pero que no tengas miedo y entres en el domicilio porque "seguro que ya no hay nadie".
Para qué mencionar la lista interminable de sorprendentes legalidades en relación con la actuación diaria de la justicia en nuestro país. Y sólo por cambiar de ministerio, aunque podríamos ir a parar a cualquiera.
Por ejemplo, es legal que cuando acudes al servicio de urgencias de un hospital tengas que esperar horas interminables para que te atiendan, y al final, decidir que legalmente debes acudir a la asistencia privada (aunque desconoces que con toda seguridad existirá alguna ley en relación a ello que te sorprenderá algún día).
El sobresalto legal rayará, como tantas veces, en lo que legalmente tu persona puede ya soportar, cuando, desde luego, compruebes que es legal que tras veinte años de puntual pago a la Seguridad Social, el simple atraso de un día en el pago de una mensualidad, por un simple despiste, lleve un recargo de un 20% en la cuota.
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