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Una investigación desvelará en breve a los delatores de Ana Frank

Un instituto oficial holandés promete zanjar en febrero el gran misterio sobre el caso Frank

Isabel Ferrer

"¡Te saludo, diario, te encuentro maravilloso!". Ana Frank, la niña judía que escribió uno de los testimonios más emocionantes del Holocausto y el libro más leído después de la Biblia, recibía así el regalo que marcaría su 13 cumpleaños, en junio de 1942. Escondida con su familia en el trastero de una casa de Amsterdam para evitar la persecución de los nazis, una delación anónima daría con todos ellos en los campos de concentración en agosto de 1944. Según la escritora británica Carol Ann Lee, el denunciante fue Anton Ahlers, antiguo socio de Otto Frank, padre de Ana. El Instituto Holandés para la Documentación de la Guerra (oficial) trata de comprobar ahora dicha teoría con un estudio de inminente publicación.

Lee es autora de tres libros sobre Ana Frank y su entorno titulados Roses from the Earth: The biography of Anne Frank y Anne Frank's story. En el último de ellos, La vida secreta de Otto Frank, señala a Anton Ahlers como el autor de la acusación que llevaría a la muerte a casi toda la familia de la niña. Sólo el progenitor regresó con vida de Auschwitz. Socio del señor Frank y luego ladrón de poca monta durante la ocupación alemana de Holanda, Ahlers no habría acudido por su cuenta a la policía secreta nazi con la dirección de sus conocidos judíos. Le dio la referencia del número 263 de la calle Prinsengracht de Amsterdam, en uno de los canales, a Maarten Kuiper, un policía holandés. La escritora sostiene que este último hizo la llamada que condujo al sargento de las SS, Karl Josef Silberbauer, hasta el anexo donde se escondían los Frank y otras cuatro personas, todas ellas desaparecidas en los campos de concentración. Para apoyar su tesis, la escritora ha recordado que Ahlers sabía dónde se ocultaban y habían sido amigos. Kuiper, por su parte, fue uno de los mayores delatores de judíos escondidos en las mismas condiciones en los Países Bajos.

Miedo a los nazis

Otros estudiosos señalan, sin embargo, a diferentes personas como los autores materiales de la acusación. La historiadora austríaca Melissa Mueller se inclina, por ejemplo, por Lena Hartog, la señora de la limpieza del edificio donde estaba el trastero con los Frank. Ella conocía el escondite y debió tener miedo de ser castigada por los nazis por no decir nada si eran encontrados. A ambas teorías hay que añadir el nombre de Willem van Maaren, un holandés que trabajaba en un almacén junto al 263 de Prinsengracht. Fallecido en 1971 y considerado el autor de la denuncia durante años, siempre mantuvo su inocencia.

Ante esta proliferación de delatores sin confirmar, el Instituto holandés para la Documentación de la Guerra ha decidido echar un nuevo vistazo a los archivos de la época. "No se puede seguir teniendo a tantos presuntos denunciantes para un solo caso. Sobre todo si es tan famoso como el de Ana Frank", dijo ayer el historiador David Barnouw, miembro del Instituto. En su opinión, es posible que no llegue a saberse nunca quién los traicionó y por eso el centro ha explorado en otras direcciones el destino de la familia Frank y de sus amigos. "Hemos buscado también por otros lugares, pero no será fácil saber con certeza lo que ocurrió", añade Barnouw. La publicación de este trabajo está prevista para mediados de febrero.

Además de Ana Frank, su hermana mayor, Margot, y sus padres, Otto y Edith, en el anexo de Amsterdam se ocultó la familia Van Daan. El matrimonio, formado por Hermann y Petronella, tenía un hijo, Peter, que es el joven por el que Ana empieza a sentirse atraída y describe en sus notas. Al encierro se sumó Albert Dussel, otro judío perseguido. Todos perecieron en campos de concentración, Ana y Margot de tifus en marzo de 1945 en Bergen Belsen (Alemania). Peter van Dan fue obligado a participar en la denominada marcha de la muerte entre Auschwitz (Polonia) y Mauthausen (Austria) y falleció en mayo de 1945. Cuando Otto Frank regresó ese año de Auschwitz, Miep Gies, una de las amigas que los había ayudado en Amsterdam le dio el diario de Ana. Los nazis lo habían revuelto al registrar el trastero, pero pudo recogerlo intacto.

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Ana Frank, en una imagen no fechada.
Ana Frank, en una imagen no fechada.ASSOCIATED PRESS

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