Reforma para una escala humana

Quien haya recorrido el campus de Leioa concluirá sin duda que el principal recinto universitario del País Vasco es cuando menos inhóspito, de distribución caótica. Muchas razones han producido este conjunto de edificaciones sin conexiones entre sí, con una importante zona elevada sobre una plataforma que deja un lúgubre espacio inferior destinado a aparcamiento. Por fin, la UPV ha decidido reformar esta urbanización que ocupa parte de las colinas de Leioa.

Ya desde la definición del proyecto de reforma, realizado por el estudio de arquitectura AH & Asociados, se apuesta por recuperar esa ubicación del campus en mitad de la naturaleza. El regreso, en fin, a la topografía original, acompañado de una búsqueda de la escala humana, del peatón (alumnos, profesores y personal de servicios) como principal usuario. Sin olvidar la ordenación de edificios y calles para evitar el caos circulatorio y la inseguridad.

Podrían parecer reformas básicas, hasta incomprensibles en un conjunto de edificaciones que tiene 30 años. Pero es que el campus de Leioa nació gafado. El proyecto ganador fue obra de tres arquitectos menores de 30 años: José Luis Ortega, Ricardo del Campo y José Luis Burgos. De haberse construido en su concepción global, se habría llegado a "un polo de atracción universitaria y extrauniversitaria, que se mantenga vivo a lo largo de la jornada académica y aún después de finalizar", como proponía el planteamiento de la universidad con el que se abría el proyecto de hace tres decenios.

Pero aquella ciudad universitaria no vio la luz nunca. El núcleo principal del campus (Rectorado, Aula Magna, Biblioteca, Ciencias y Medicina) se construyó en apenas 18 meses y así se quedó muchos años lo que se había configurado como una pequeña ciudad con residencias y alojamiento para sus usuarios. Era, efectivamente, un proyecto muy ambicioso. En estos 30 años, su desarrollo ha sido casi nulo.

La propuesta de AH & Asociados busca reparar esas carencias, desde el respeto inevitable a la construcción primaria. "Se trata de recuperar los ideales universitarios, y que regrese la identificación del usuario con su universidad, humanizando los edificios", dice Álvaro Cerezo, responsable del proyecto.

Quizá la transformación más llamativa sea la demolición de la plataforma y la sustitución de los aparcamientos por espacios de nuevo uso administrativo o lúdico. El proyecto valora, sobre todo, la construcción de nuevos equipamientos culturales.

Desaparecida, pues, la plataforma, la gran vía que cruza el campus adquiere un nuevo sentido, ya que estará defendida de los vientos del Norte que entraban bajo la plataforma. Los aparcamientos se trasladan a terrenos universitarios fuera del recinto. Así, sólo circularán por el campus los autobuses, que tendrán nuevas zonas de aparcamiento. En los extremos Este y Oeste se habilitarán sendos parques. El de la entrada al recinto servirá además para comunicarlo con el nuevo polideportivo que ha proyectado el estudio bilbaíno IMB.

De momento, el proyecto se ha aprobado y quedan cinco años para ponerlo en marcha con la exigua cantidad de seis millones de euros.