Denuncia medioambiental

Oro diablo es la segunda película de un uruguayo instalado en Venezuela, José Novoa, de quien en España conocíamos su anterior y multipremiado filme, Sicario, realizado en 1994.

Oro diablo es una esforzada, más bien tremebunda, denuncia de la degradación que sufre el medioambiente amazónico venezolano por obra y gracia de los buscadores de oro. La mísera existencia de los que se empeñan en hacer fortuna fácil y el bajo coste de la vida humana en parajes remotos se solapan en el filme, con una historia particularmente terrible, la de la joven y bella Isabel, interpretada por Rocío Miranda, quien deberá purgar en un burdel, ahí es nada, el robo de oro que su madre, en connivencia con su joven amante, ha perpetrado.

Todo este mensaje, bienintencionado y no carente en ocasiones de un buen ritmo, se malogra por obra y gracia de una puesta en escena especialmente escorada peligrosamente hacia la truculencia, tal vez porque se piense que su público está en los sectores más populares del país, y está por tanto más acostumbrado al brochazo televisivo que al fino análisis ideológico.

Puede ser que encuentre su público: no estará muy lejano del que disfrutó, es un decir, con su sangrienta ópera prima.