Galicia, Vasconia
"Nuestro hermano el mayor nos mató / por las tres bolitas de oro / que mi padre nos dejó...": ¡Los herederos! El domingo estaban cuatro de ellos reunidos en Santiago, con Fraga: para ayudarle a salir de su situación de hombre perdido, y decidieron lanzar una campaña para pedir que dimita la oposición. La idea fue una iluminación de Rajoy en el raro debate con Caldera, y su verbo se hizo carne: la oposición tiene cargos públicos -diputados, concejales, alcaldes, presidentes...- que son tan responsables como los gubernamentales; si ellos piden la dimisión del Gobierno, el Gobierno pide la de la oposición. Nada me gustaría más que se fueran los dos al mismo tiempo y empezara la transición de nuevo. Es imposible, claro -¡qué se van a ir!-, y solamente me fascina que, incapaces de soportar ya el bipartidismo, Aznar y sus chicos de las bolitas de oro pidan ya el partido único.
¡Qué tozudos son! Incapaces de rectificar, de cambiar de sus errores. Más guerreros que gobernantes. Fueron tozudos hasta en la manifestación del domingo convocada por Ibarretxe contra ETA, porque el Gobierno vasco no se suma a la ilegalización de Batasuna y porque mantiene su deseo de un referéndum por la independencia del País Vasco. Independencia que a mí me parece absurda, extemporánea e imposible: lo será del españolismo, pero no del europeísmo, del capitalismo, del imperialismo. Hasta los de ¡Basta Ya!, tan cerriles como su propio nombre indica, acudieron a la cola de la manifestación no sin algunos incidentes o altercados.
Los cuatro herederos no pisaron el chapapote. Ni Fraga. Fraga, siendo como es, aun dio explicaciones: no quiere ir para que esas gentes no le tiren huevos o guantes embadurnados. Le deben parecer rojos, bolcheviques, iraquíes, ateos, en lugar de gente dolorida, desposeída y abandonada por un hombre que parecía tener los pies para andar por el chapapote.
En la adversidad van desarrollando su carácter. Ni un solo paso atrás, aunque el abismo esté delante. Es un carácter. Es el carácter de Aznar, el de la peor derecha española -la hay mejor, desde luego, pero se calla-; no ceder jamás. Porque la Naturaleza, la Providencia, el Sentido de la Historia y la Propiedad del Todo son suyas, y los demás, usurpadores.
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