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El cierre de Tabacalera acaba con una de las últimas fábricas de Málaga

Altadis construirá casas y un hotel en terrenos de la factoría

Málaga perdió ayer una factoría con 79 años de historia y 158 puestos de trabajo. La multinacional Altadis ha cerrado la fábrica del tabaco tras alcanzar un acuerdo con el Ayuntamiento por el cual el edificio pasa al patrimonio municipal y a cambio se le recalifican 42.000 metros cuadrados contiguos para hacer viviendas y un hotel. Los trabajadores se llevan la peor parte: prejubilaciones, traslados y bajas.

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El Ayuntamiento recalificó suelo de la empresa a cambio del edificio

A las dos de la tarde, entre abrazos y lágrimas, los empleados de Tabacalera abandonaban el edificio situado en primera línea de playa, junto al recién inaugurado paseo marítimo del Poniente. Ninguno quería hablar. Sí lo hicieron los secretarios provinciales de CCOO y UGT, Francisco Gutiérrez y Esteban Delgado, para criticar el cierre de una fábrica que era rentable por el afán empresarial de reducir costes y especular con los terrenos colindantes. "Es el fruto de la política privatizadora del PP", protestó Gutiérrez, quien recordó que los problemas laborales se acrecentaron después de que la empresa pública fuera vendida a la multinacional Altadis.

Hace 10 años, la factoría daba empleo a 270 trabajadores, cifra que tras un expediente de regulación quedó reducida a 158 en 1999. Pero la planta de Málaga fue incluida en un plan de viabilidad que preveía el cierre de ocho centros antes de 2003. Ayer le llegó la hora a la fábrica malagueña, vestigio del modelo industrial de principios de siglo y una de las últimas factorías de la provincia. Unos 20 trabajadores se han prejubilado, otros 30 se han acogido a bajas incentivadas y el resto ha optado por el traslado a otros centros.

"Se ha perdido un reducto de tejido industrial malagueño", lamentó el secretario provincial de UGT. Además de criticar a la empresa, ambas centrales arremetieron también contra el gobierno municipal que, a cambio del edificio, modificó el uso de los terrenos contiguos a la fábrica, de industrial a urbanizable.

Gutiérrez fue tajante: "A una empresa que destruye 158 empleo encima el Ayuntamiento la premia con una recalificación. Aquí el consistorio ha cambiado plusvalías por puestos de trabajo". Antonio Guerrero, de la federación agroalimentaria de UGT, se pronunció en el mismo sentido: "Era un sitio muy apetecible. Al Ayuntamiento le interesaba económicamente la operación, no se han preocupado por los trabajadores".

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El delegado de la Junta en Málaga, Luciano Alonso, también sumó su crítica. "Una fábrica que ganó dinero, ahora se la llevan de Málaga, despide trabajadores y encima tiene un pelotazo económico". Cuando Altadis anunció el cierre de la factoría, la entonces Consejería de Industria reprobó que empresas privatizadas abusaran el sistema de jubilaciones anticipadas, pensado para situaciones de crisis y que sin embargo se utilizaban en épocas de bonanza económica, "haciendo un uso casi fraudulento para obtener más beneficios".

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