La niñez detrás de un fusil
MIGUEL BAYÓN | Madrid
El horror sellaba la voz a los niños, porque era un horror indecible: el horror de críos forzados a ser soldados, o sea a matar a sus familiares, quemar aldeas, capturar más niños, volver a drogarse para volver a matar, a quemar... En Sierra Leona, fueron 5.000 los pequeños víctimas-verdugos en una guerra que sólo beneficiaba a los mercaderes de diamantes y que sembró el país de muertos insepultos y de supervivientes de manos cortadas.