'El refugio del mal', terror en la montaña
Rosana Pastor, Lucía Jiménez y Daniel Freire protagonizan la ópera prima de Félix Cábez
Un inocente juego del escondite obliga a Martín a recorrer España en busca de su hermano. Piensa reencontrarse con él en un hotelito en la montaña, pero pasan los días y nadie aparece, su estancia se complica cuando la dueña del siniestro local y su hija se disputan su amor. El actor argentino Daniel Freire y las españolas Rosana Pastor y Lucía Jiménez son los protagonistas del triángulo en El refugio del mal, la ópera prima de Félix Cábez. Una película de "rivalidad, deseos, sentimientos y otras historias de fondo", producida por Origen PC, que se estrena hoy con 115 copias.
"Me planteé hacer un filme de intriga en el que el miedo y la incertidumbre no lo provocan fantasmas ni zombies, sino personas aparentemente normales y corrientes que están demasiado cerca de nosotros", afirma Cábez, hasta ahora director de cortos y guionista de cine y televisión. En el hotel viven unos ancianos, presos durante el franquismo, que trabajaron en la construcción de una presa cercana y se quedaron a vivir allí. "Mi padre estuvo en un campo de concentración durante la guerra civil, y al terminar reconstruyó el tendido de la red telefónica. Al hilo de esto he creado a los personajes, porque hay casos muy similares", continuó el cineasta, que ha rodado en Benasque (Huesca) y Navacerrada (Madrid) el largo, que ha costado 2,1 millones de euros.
Cábez, que hizo ocho versiones del guión y que ha esperado nueve años para dirigir su primer largometraje, no se sentía preparado para plantear una historia coral: "Opté por escribir un thriller de cámara, con pocos personajes conviviendo en un único y claustrofóbico lugar. Es una película de suspense clásico con economía de medios, sin fuegos de artificio", en la que, como ocurre en Psicosis o El resplandor, sus referentes, todo sucede en un espacio cerrado. "Ha sido un rodaje durísimo a menos ocho grados y a las cuatro de la mañana".
"Me interesaba sobre todo la relación entre la madre y la hija. Algo que se ha ilustrado en numerosas ocasiones desde el teatro clásico griego y para la que yo quise reducir la diferencia de edad entre ellas para provocar tensión", continúa el cineasta. Para Daniel Freire, que se dio a conocer con Lucía y el sexo, Martín es el eje de la historia: "El gran sorprendido al verse arrastrado por los demás personajes". Lucía Jiménez considera que su personaje es "una chica normal que sólo quiere ser feliz con su madre, a quien no corresponde estar encerrada en ese hotel", y Rosana Pastor se ve "como un puente entre los demás", que está "atrapada en su espacio y en el tiempo y esconde un misterio".