El humo del UMTS
El ministro de Ciencia y Tecnología ha exigido a las operadoras telefónicas que ganaron el concurso de telefonía móvil de tercera generación, UMTS, que presenten formalmente sus planes de desarrollo de esta tecnología si quieren liberar los avales de 6.000 millones de euros que garantizaban los compromisos adquiridos en 2000, cuando se adjudicaron las licencias, y que luego se revelaron de imposible cumplimiento.
El Gobierno ha querido ser el primero, entre los países desarrollados, en implantar las nuevas tecnologías, pero ha cometido el grave error de pensar que el Boletín Oficial del Estado bastaba para que éstas fueran realidad. Los hechos han desmentido al BOE. Según las leyes, en España hay televisión digital terrestre, radio digital y telefonía UMTS, pero la realidad lo niega con empecinamiento. Apenas nadie ve televisión digital terrestre y nadie se puede conectar con UMTS.
Eran tantas las ganas del Gobierno de presumir de pionero que la adjudicación de licencias por concurso resultó mucho más barata a las operadoras que en otros países europeos, donde fueron subastadas. El Gobierno incluso quiso anticiparse a Finlandia, el paraíso europeo del móvil, que fijó la fecha de inicio del servicio en 2002, seis meses después de la establecida por España. Pero a finales de 2000, el pinchazo de los mercados tecnológicos lo trastocó todo. En agosto de 2001, contra lo previsto en el BOE, ni en España ni en el resto de Europa, existía UMTS. El nuevo plazo, hasta julio de 2002, no cambió la situación.
Es lógico que el Gobierno quiera tener unos plazos claros ante el temor de que la desinversión en el sector aumente. También lo desean las operadoras. Pero se trata de plazos que establecerá el mercado, como ya se ha demostrado. Ahora es impensable entusiasmar al consumidor sólo con el ancho de banda superior que ofrece UMTS. Hay que vender servicios. Algunos que podrían haber sido banderines del UMTS ya se ofrecen a través del servicio de telefonía GPRS, la llamada segunda generación y media, como la transmisión de imágenes por el móvil. Es necesario que el Gobierno y las operadoras pacten un marco de despliegue del UMTS, siempre que resulte realista y creíble. El vaporware -software milagroso que se anuncia y que nunca llega, o que cuando llega no resulta tan atractivo como se prometía- desmoviliza al usuario que se harta de promesas incumplidas.
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