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Mira gana el Sant Jordi con una novela escrita a partir de la 'Divina Comedia'

Pere Rovira obtiene el Riba con una obra autobiográfica y "triste"

Joan Francesc Mira (Valencia, 1939) ganó ayer el 43º Premio Sant Jordi con Purgatori, la novela que interrumpió para emprender su reciente traducción de la Divina Comedia. El libro, basado precisamente en la obra de Dante, obtuvo el galardón estrella de la 52ª Festa de les Lletres Catalanes de Òmnium Cultural, celebrada en Sant Cugat del Vallès. Pere Rovira se llevó el Carles Riba y Lluís Muntada, el Mercè Rodoreda.

Al premio Sant Jordi, dotado con 45.000 euros, se presentaron 29 originales. Finalista (con una dotación de 10.000 euros) quedó Assumpció Cantalozella (Santa Coloma de Farners, 1943) con El falcó del comte, una novela histórica ambientada en tierras catalanas allá por el año 1000. Ambas obras serán editadas por Proa en la primavera de 2003.

Socarrón, Mira explicó ayer que últimamente tiene "graves problemas de identidad nacional y bibliográfica", en referencia a la polémica sobre la catalogación de obras en catalán en la Biblioteca Nacional. Concentrado ya en el contenido de la novela, Mira explicó que ha tratado de preguntarse "si la experiencia de la vida o del mundo merece la pena o si es mejor retirarse".

Se trata de la segunda entrega de su trilogía sobre Valencia, centrada en esta ocasión en la burguesía de la ciudad contemporánea y basada en la estructura del 'Purgatorio' de la Divina Comedia. La primera parte, Els treballs perduts, apareció en Tres i Quatre en 1989.

El purgatorio es territorio de expiación de los pecados, que Mira definió como "motor de la sociedad humana". En ese lugar se mueve su protagonista, un hombre que inició un retiro en la cartuja de Medinaceli y que se ve forzado a abandonarlo a raíz de la enfermedad de su hermano, un ejecutivo de Valencia.

En la 52ª Nit de Santa Llúcia -la primera presidida por Jordi Porta, vencedor de las recientes elecciones a la presidencia de Òmnium- se habían convocado 13 premios, dos de los cuales, el Folch i Torres y el Lola Anglada, para el público infantil, quedaron desiertos. El 44º Carles Riba de poesía, dotado con 3.000 euros, fue para un veterano, Pere Rovira (Tarragona, 1947), por La mar de dins. Es un poemario empezado hace cinco años por alguien que dice gustar de escribir "al hilo" de lo que le sucede en la vida. En este caso, el tono es gris: "Es un libro triste que habla de la muerte de personas queridas, de enfermedad, desastres sentimentales y la mediocridad vinculada a ambientes universitarios y artísticos", afirmó.

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Lluís Muntada (Riudellots de la Selva, 1964) reemprende el camino de la literatura tras un largo parón. En 1986 ganó el Just M. Casero por Espirals, y ayer, con Canvi d'agulles, obtuvo el 5º premio Mercè Rodoreda de cuentos, dotado con 10.000 euros. Con iguales dosis de realismo e imaginación, Muntada explicó que en la compilación de cuentos narra "la vida de unos personajes hipnotizados por la obsesión". No se trata de una obsesión "ciega o delirante, sino que aporta dosis de placer".

El resto del palmarés quedó así. El premio Joaquim Ruyra de narrativa juvenil fue para Carme Huertas por La gent de pedra. El Rialles de espectáculos infantiles fue otorgado a El Nas, del grupo Teatre de Cordó. Carmel Ferragud obtuvo el Ferran Soldevila de historia. El Joan Profitós de ensayo pedagógico fue concedido a Concepció Trallero. Un manual de lengua catalana publicado por la Universidad de Moscú obtuvo el Memorial Joan B. Cendrós. El Leandre Colomer de novela histórica fue para El flamenc de la lluna de març, de Joan Soler. El Joan Maragall de cristianismo y cultura se entregó a Carme Arnau por un ensayo sobre Incerta glòria, de Joan Sales. Y el programa En guàrdia, de Catalunya Cultura, ganó el Òmnium Cultural de radio y televisión.

A la búsqueda de un Salón del Libro

No todo fueron sonrisas en la Nit de l'Edició, que se celebró el jueves en Barcelona. A la entrega de los premios Atlàntida, con los que el Gremio de Editores de Cataluña homenajeó, entre otros, al escritor y ex ministro de Cultura Jorge Semprún, siguió el discurso del presidente de los editores, José María Puig de la Bellacasa. En su parlamento, Puig de la Bellacasa habló, delante del director general del Libro, Fernando de Lanzas, de los efectos negativos que la Ley de Propiedad Intelectual -ahora en fase de proyecto- puede representar para el sector. El presidente del gremio también sacó a relucir -estaba en la mente de todos- la cuestión del "frustrado" Salón del Libro, que de haberse celebrado hubiese coincidido, en su primera edición, con la Nit de l'Edició. Puig de la Bellacasa reconoció el error de pretender celebrarlo justo antes de la campaña de Navidad, en contra de la voluntad de los libreros. Pero a estos últimos les acusó de haber "conseguido presionar a determinados editores", que se retiraron de la organización del salón, gestionada en la llamada Fundación del Libro. Puig de la Bellacasa anunció que en breve se iniciará una ronda de conversaciones para intentar hallar una solución sobre el modelo que se debe seguir. El salón, dijo, "no será posible si el sector no asume solidariamente el grado de cohesión necesario". Ayer avanzó que el salón podría inaugurarse, finalmente, a principios de noviembre de 2003.

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