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Reportaje:

El sobrino de Netanyahu rompe la tradición militar

Jonathan, de 20 años y símbolo del pacifismo israelí, vuelve a la cárcel por sexta vez por no ir al Ejército

Jonathan, de 20 años y símbolo del pacifismo israelí, vuelve a la cárcel por sexta vez por no ir al Ejército

Jonathan Ben Artzi, de 20 años, sobrino del ministro de Exteriores Benjamín Netanyahu, se ha convertido en un símbolo del movimiento pacifista en Israel. Un tribunal militar acaba de ordenar por sexta vez su ingreso en prisión por negarse a cumplir con el servicio militar. Este domingo, los jueces le han impuesto una pena de 35 días de cárcel, que serán renovados o ampliados si una vez cumplido con el castigo continúa rechazando la orden de incorporarse a filas. La cadena de sanciones amenaza con prolongarse de manera indefinida. Por ahora, ha cumplido 126 días de prisión desde que el 8 de agosto se declarara pacifista, rechazara servir en el Ejército y reclamara un destino civil alternativo.

Jonathan es el menor de una familia que contaba hasta ahora con una brillante tradición militar. Su padre, Matania, de 54 años, hermano de Sara, esposa de Benjamín Netanyahu, sirvió durante más de una década en el Ejército, donde alcanzó el grado de sargento. Su madre, Ofra, de 52 años, profesora de Hebreo en la Universidad del Monte Scopus, también fue soldado, como más tarde lo serían sus hermanos Ruth y Erik. Todo ello sin contar el recuerdo imperecedero de un tío materno, paracaidista, muerto en combate en 1968, o el de otro héroe de la familia, Jonathan Netanyahu, muerto en 1976 en la Operación de Entebe.

"Mi hijo se convirtió al pacifismo cuando tenía 12 años, a raíz de una visita al campo de batalla en Verdún, en Francia. Quedó traumatizado ante el osario, donde se acumulan los restos de 150.000 soldados víctimas de la I Guerra Mundial", explica su padre, Matania, en su casa del barrio de Beit Hakeren, de donde esta mañana ha partido Jonathan en dirección a la prisión militar de Ramla, donde le esperan una celda solitaria y los trabajos forzados.

Los servicios jurídicos del Ejército han tratado de convencer a Jonathan para que se sometiera a un examen psiquiátrico, cuyos resultados podrían diagnosticarle cualquier excusa que le eximiera del servicio militar. Su "no" fue tajante. Pocos días después remitió al alto mando del Ejército una declaración en la que anunciaba su intención de no unirse "a las tropas, en aras del pacifismo", aun a costa de que ello suponga el bloqueo de sus estudios de Matemáticas en la Universidad de Jerusalén, donde está considerado un alumno excepcional.

Incorporarse a filas

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Desde que se inició la Intifada, hace dos años, unos 170 muchachos han sido encarcelados por negarse a incorporarse a filas. Aunque las cifras son mínimas, el incipiente movimiento de protesta pacifista amenaza con desestabilizar los esquemas de un Ejército en el que hasta ahora el servicio militar estaba considerado una obligación sagrada y respetada, que cumplían durante tres años todos los israelíes, hombres y mujeres, con la única excepción de los estudiantes de los seminarios religiosos.

El escándalo provocado por la insumisión de Jonathan parece no preocupar a su tío, el ex primer ministro, responsable de Exteriores, y líder radical del movimiento nacionalista Likud, Benjamín Netanyahu, quien en medio de una discusión familiar se limitó a comentar en voz alta: "Quizás un día cambiará de opinión".

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