Un corral menos
La liberación de las restricciones que pesaban sobre las disposiciones de depósitos bancarios, el denominado "corralito financiero", constituye la prueba más significativa en la dirección de la normalidad económica y financiera en Argentina. Tales limitaciones fueron impuestas hace un año por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, impidiendo la retirada de saldos propiedad de los ciudadanos por un total superior a 21.000 millones de pesos, con el fin de evitar la completa fuga de capitales tras la ruptura del régimen cambiario que garantizaba la convertibilidad del peso en dólares a razón de uno por uno.
Su levantamiento ahora (la libre y completa disposición por sus titulares de esos depósitos en cuentas corrientes y de cajas de ahorros) suscita interrogantes sobre el destino de esos recursos liberados y sobre su impacto en el tipo de cambio del peso frente al dólar, que ayer se mantuvo estable. Quedan todavía privados de libertad los depósitos encerrados en el denominado "corralón", es decir, a plazo fijo, superiores a 10.000 pesos (unos 3.000 euros), que fueron parcialmente canjeados por bonos o certificados a pagar en plazos entre cinco y diez años.
La insistencia del actual ministro de Economía, Roberto Lavagna, de que no habrá huidas de dinero del sistema no garantiza la normalidad. A su favor jugarían los precedentes de aperturas parciales como fueron las denominadas "cuenta sueldo" (en las que las empresas domicilian los salarios de los trabajadores) y los aumentos graduales de las cuotas semanales de retirada de depósitos de 250 a 500 pesos. De esos 21.000 millones de pesos ahora liberados (más de la mitad de los depósitos totales en el sistema financiero), más de 9.000 se mantienen en colocaciones a plazo fijo, por lo que deberán esperar a su vencimiento antes de su completa disposición.
La principal incógnita se centra en la evolución del tipo de cambio de la moneda local frente al dólar. La normalización total no llegará hasta que el otro corral, el "corralón", no abra del todo sus puertas, y, sobre todo, hasta que la comunidad internacional (el FMI en particular) desbloquee definitivamente el esperado acuerdo.
