Francia pide pista en Europa

Francia confirma su voluntad de ejercer otra vez un papel de primer orden en Europa. El ministro de Exteriores, Dominique de Villepin, defendió ayer la idea de un núcleo de países de la UE que puedan sentirse libres de "actuar juntos" en la defensa, la política exterior, la cooperación policial y la justicia penal. Insistió en que Turquía ha de formar parte del "primer círculo" de la UE -frente a la postura sostenida por Valéry Giscard d'Estaing- y aportó la idea de que Europa necesita un presidente que podría dirigir tanto la Comisión como el Consejo.

Ante un auditorio de estudiantes en Marsella, Dominique de Villepin pronunció su primer discurso europeo tras haber sido designado como representante de Francia en la Convención. Este gesto muestra una voluntad de pesar tanto como Alemania, que ya ha enviado a la Convención a su ministro de Exteriores, Joscka Fisher. El plan continuará con el lanzamiento de una campaña de opinión por parte del primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, bajo la idea de que la Convención Europea es tan importante como lo fue la de Filadelfia en 1776, que sentó las bases de los Estados Unidos de América (USA, en sus siglas en inglés).

El discurso del titular del Quai d'Orsay responde a la idea francesa de compartir soberanía militar, presentada recientemente por Jacques Chirac a Gerhard Schröder en un proceso que lleve menos tiempo que la construcción de la moneda única. Otra de las ideas es la de crear un Tribunal Europeo de Crímenes Transnacionales.

De Villepin resaltó la necesidad de una política exterior común: mencionó el arreglo de la cuestión israelo-palestina como el objetivo exterior más urgente de Europa y citó los debates sobre Irak en la ONU como ejemplo de lo que puede hacerse con una visión "europea" del orden internacional. En una conversación con periodistas,horas antes, De Villepin había mencionado la presencia de España y Alemania en el Consejo de Seguridad, a partir de enero, como la oportunidad para Europa.

Todo ese espacio militar, policial, penal y de política exterior son las materias en las que UE debería permitir el avance de los países "más motivados": un modo positivo, en definitiva, de "vender" la idea de una vanguardia. El otro gran espacio europeo de competencias sí debería implicar a todos los socios de la UE: lo relativo al mercado interior y a las "políticas que lo acompañan", el euro, la coordinación económica, la armonización de la fiscalidad, la investigación, la cooperación universitaria y el empleo, así como "la cooperación judicial civil, las políticas de asilo y de inmigración". Las normas sobre estas materias serían aplicables a todos, una vez adoptadas "por mayoría cualificada" y a través de la codecisión entre el Parlamento Europeo y el Consejo.

El ministro galo abordó las fronteras de la Unión, recurriendo para ello al concepto de "círculos". Del primero deben formar parte los Estados miembros actuales y los 10 candidatos; una vez completada la ampliación a 25 miembros, también entrarían en este "primer círculo" Rumania, Bulgaria y Turquía. El ministro francés se mostró decidido a que el Consejo Europeo de Copenhague confirme el compromiso de resolver la cuestión turca. El "segundo círculo" sería el de vecinos de la UE, con los cuales habría "relaciones privilegiadas": los países del Mediterráneo y Rusia. La idea de que el futuro presidente de la UE pueda serlo, al mismo tiempo, de la Comisión Europea y del Consejo Europeo representa otro intento de llegar a un compromiso franco-alemán. El eje París-Berlín está decididamente en marcha como vanguardia de Europa, sin perder de vista a las retaguardias española e italiana y con la incógnita de la actitud futura de Reino Unido.