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Reportaje:

El renacer de la isla sumergida

El Etna puede hacer que Fernandina emerja de nuevo

La última erupción del Etna -el volcán activo más grande de Europa-, iniciada a finales de octubre, no sólo ha provocado furiosas expulsiones de lava y de cenizas, que han oscurecido las ciudades próximas. Cada estremecimiento del gigante ha ido acompañado de temblores sísmicos que, caso de continuar, pueden provocar otro extraordinario y fascinante fenómeno: la reaparición de una pequeña isla volcánica, sumergida bajo las aguas del Mediterráneo, a unos 30 kilómetros al sur de Sicilia, cerca de Túnez. Enzo Bochi, director del Instituto italiano de Vulcanología, ha sido el primero en alertar del acontecimiento, que podría producirse "en el plazo de unas semanas o de unos meses. Tendremos que esperar y ver". "Hasta ahora hemos visto la erupción del Etna, la actividad sísmica en el este y en el norte de Sicilia y actividad gaseosa alrededor de las islas Eólicas", ha dicho Boschi a la agencia Reuters. La suya no es una aventurada teoría, sino una hipótesis basada en precedentes históricos porque la isla en cuestión ha emergido al menos cuatro veces a través de los siglos.

Las crónicas aseguran que la primera vez fue en los años remotos de la primera Guerra Púnica, entre el 264 y el 241 antes de Cristo, mientras la última y más sonada fue el 2 de julio de 1831, en tiempos del Reino de las Dos Sicilias. ¿O quizás la cosa no está tan clara? De hecho, en aquella ocasión, la aparición de la isla, que no es otra cosa que la cima de un volcán sumergido, provocó una verdadera batalla diplomática entre el reino borbónico de las Dos Sicilias, España y, naturalmente, Inglaterra, uno de los países con más afirmada historia imperial. La disputa quedó en tablas, porque, mientras el rey Ferdinando II de Borbón se apresuraba a bautizar al pedazo de tierra con el nombre de isla Fernandina, y la "pérfida Albión" hacía lo proprio llamándola Graham Island, la isla, quizás abrumada por tanta competencia, optó por hundirse de nuevo, seis meses después de aflorar. Durante ese tiempo fue posible medir su altura -apenas 65 metros- y su circunferencia, de unos cinco kilómetros. Puede que la polémica no se repita hoy si el islote se decide a reaparecer, pero por si acaso, buceadores sicilianos han tenido ya la precaución de sumergirse y colocar en la isla -que se encuentra a sólo ocho metros bajo el agua en estos momentos- una bandera italiana. La medida no es del todo precipitada porque ya la prensa británica ha suscitado el tema de la posible reaparición de Graham Island.

Cuadro de 1840, de autor desconocido, que evoca la isla Fernandina.
Cuadro de 1840, de autor desconocido, que evoca la isla Fernandina.REUTERS

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