Cuando los pájaros no pueden volar
Alcas, alcatraces, araos, gaviotas y otras aves marinas mueren de frío o intoxicadas por el fuel derramado por el 'Prestige'
Un frailecillo tiembla entre las manos de uno de los trabajadores del Centro de Recuperación de Fauna de Oleiros (A Coruña). El ave marina, de un tamaño algo menor que una paloma levanta su pequeña cabeza y señala con su hermoso pico rojo y amarillo a Jorge Pardo, que se dispone a introducir en él una sonda por la que inyectará un reconfortante suero caliente directamente a su estómago. Su plumaje, antes blanco en la zona del pecho, es ahora de un color parduzco, casi más cercano al negro de sus alas y su cola. Es como si lo hubieran rebozado en el fuel vertido por el petrolero Prestige.
Los animales llegan helados a este centro. Los derivados del petróleo destruyen la impermeabilización de sus plumas, que les permite volar, bucear y nadar en las frías aguas del Atlántico sin pasar frío. Según la Sociedad Española de Ornitología (SEO), una vez manchados, al entrar en contacto con el agua, ven reducida notablemente su su capacidad de movimiento y por tanto la de alimentarse. Es como si llevaran puesto un abrigo empapado que les provoca un frío helador. El animal tiene que gastar mucha más energía para mantenerse caliente, pero al no poder pescar, cada vez se debilita más hasta acabar por morir de una hipotermia, si antes no lo llevan a un centro donde tratarlo.
"Una vez que nos lo traen al centro intentamos estabilizar al animal", explica Jorge Pardo. Se trata de la primera fase del protocolo de recuperación de fauna petroleada. Tras limpiar superficialmente al animal para retirarle el combustible de los ojos, el pico y las patas, se le suministra suero caliente rico en vitaminas y minerales para tratar de rehidratarlo. "Después les inyectamos un antibiótico y un complejo vitamínico y les damos oralmente un producto antidiarréico que absorbe el petróleo que el ave ha podido tragar". Estas curas se repiten tres veces al día y es imprescindible que se lleven a cabo con temperaturas de entre 25 y 30 grados.
Terminada esta primera fase, que puede durar entre uno y cuatro días según el estado en que haya llegado el ave, se trata de conseguir que el animal coma. Primero se sustituye el suero caliente por una papilla de pescado. Después, progresivamente, se intenta que ingieran piezas enteras, como lo harían en libertad. Se trata de una alimentación equilibrada a base de sardinas y otros pescados más pequeños.
Sólo cuando el ave es capaz de comer por sí sola se procede al lavado de su plumaje. "Se mezcla agua con un detergente y se sumerge en ella al animal", explica el trabajador del centro de Oleiros. "Con la mano y a veces con la ayuda de un cepillo de dientes, suavemente se retira toda la grasa". Con el tiempo, estos baños se producen cada vez más seguidos. "Se trata de que el animal retome el contacto con el agua en una piscina", continua Pardo. "Poco a poco su plumaje se vuelve a impermeabilizar gracias a una sustancia grasa que segregan por una glándula cercana a la cola [glándula uropicial] y que ellos mismos extienden por su cuerpo con el pico". Cuando sus plumas repelen de nuevo el agua, sólo entonces, se les suelta.
A este hospital ayer sólo llegaron dos aves, pero los días 17, 21 y 22 fueron más de 70 los animales ingresados. Pero desde que las manchas de combustible aparecieran en las costas gallegas el pasado día 16, ya han pasado por aquí 475 aves marinas. Más de la mitad de ellas son alcas (277), aunque también se ha tenido que atender a alcatraces (81), cormoranes moñudos (25), gaviotas patiamarillas (25) y negrones comunes (11). También se han tratado en este centro cuatro colimbos, cinco frailecillos, dos fulmares y un ejemplar de martín pescador, gaviota reidora, mérgulo marino y zapullín chico.
Se teme especialmente por dos especies por su gran valor ecológico: el arao común y la pardela balear. En la zona afectada por el vertido se encuentran las dos únicas colonias españolas de araos, según la Sociedad Española de Ornitología (SEO). Por el momento ya han visitado el centro de Oleiros 41 ejemplares de esta especie con manchas de fuel. La pardela sólo se reproduce, como indica su nombre completo, en las islas Baleares, pero en esta época del año, se dispersan por el Atlántico. Según la SEO, ayer aparecieron los dos primeros ejemplares muertos en playas de Galicia y Asturias.
Muchas de las aves que se reunen en esta zona son migratorias y provienen de lugares tan lejanos como Groenlandia, Canadá o las islas del Atlántico Sur.
La hipotermia no es la única afección que el petróleo causa a las aves. "Estos animales suelen sufrir también afecciones oculares y otros trastornos motivados por la ingestión o inhalación de petróleo o algunos de sus componentes", según explican desde la SEO. Los componentes más volátiles de los hidrocarburos suelen causarles también alteraciones alimentarias, hepáticas, renales y gástricas, además de infecciones bacterianas o por hongos que pueden llegar a provocarles la muerte. El fuel también altera su comportamiento sexual, provocando inhibiciones en las puestas y reduciendo el crecimiento de las crías.
Instrucciones para salvar aves
Pero la supervivencia de estos animales, no depende sólo de instituciones como el Centro de Recuperación de Fauna de Oleiros. Cualquier persona que encuentre un ave untada de fuel debe recogerlo inmediatamente inmobilizando el pico, ya que al estar estresadas pueden propinar picotazos. Una vez sujeto, se le unen las alas al cuerpo y se rodea con una tela dejando libres la cabeza y las patas de tal manera que el animal pueda permanecer de pie, pero no pueda limpiarse las plumas con el pico. Sobre la tela debe colocarse cinta adhesiva que la sujete convenientemente, pero sin apretar. Tras ello debe meterse en una caja de cartón a la que previamente se le habrán realizado unos agujeros para que pueda respirar. Es muy importante que no se dé nada de comer al animal y se contacte lo antes posible con el Centro de Recuperación de Fauna más próximo. El teléfono del situado en Oleiros (A Coruña) es 981 626 241 y el de Pontevedra 986 680 390 o 600 333 123.
El número de aves marinas que consiguen recuperarse y ponerse en libertad es muy variable. Pero la especie del animal y la experiencia y los medios del centro de rehabilitación donde se le trate, son determinantes. "Nueve de cada diez pasan la primera fase del protocolo", asegura Pardo. Faltan todavía unos días para saber si entre esos nueve estará el frailecillo.
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