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Reportaje:

Ni venganza ni rencor, sólo justicia

Familiares de los fusilados en la guerra piden que se cumpla ya la resolución del Congreso y se reabran las fosas comunes

Carlos E. Cué

Sólo justicia. Sin reabrir heridas, sin venganza y sin rencor. Eso es lo que pidieron ayer varios familiares de republicanos fusilados en la Guerra Civil y enterrados en fosas comunes abiertas y cerradas a toda prisa, de madrugada, en las cunetas donde murieron. Los reunió la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, cuya presión, que ha llegado hasta la ONU, ha contribuido para que finalmente el miércoles pasado todos los partidos del Congreso rindieran un homenaje a los represaliados del franquismo.

La resolución insta a todas las instituciones, especialmente los ayuntamientos, a apoyar las exhumaciones cuando lo pidan las familias. Éstas quieren que se haga ya, cuanto antes. Porque quienes sufrieron la represión y sobrevivieron, quienes esperaron este momento durante 66 años, sabiendo dónde estaban enterrados sus familiares sin poder hacer nada, apenas tienen ya tiempo. Es el caso de Asunción Álvarez Méndez, cuyos dos únicos hermanos estaban, o al menos eso cree, en la fosa que se abrió en julio en Piedrafita de Babia (León). Es una mujer muy religiosa, y ayer dejó claro cuál es el único objetivo que le queda en la vida: "Mis hermanos murieron por ser fieles al Gobierno legítimo. Eran patriotas. Uno luchó en la guerra de África y luego fue soldado con Alfonso XIII. Sólo pido el honor y el respeto. Nada más. Soy una mujer sencilla, no confío en la política, sólo pido paz y pan. Pero esto hay que hacerlo. Ya lo dijo Cristo en el sermón de la montaña: enterrad a los muertos. Sólo quiero eso. A mis 87 años, ya sólo vivo para esto, para ver a mis hermanos enterrados en el cementerio de mi pueblo. Junto a mi padre, que murió de pena al año de perder a sus dos hijos, y mi madre, que perdió la razón la pobre, aunque la intentamos engañar. Vivo para eso. Después, moriré en paz".

Asunción narró todo esto con la voz firme y palabras claras de quien, pese a ser una persona de campo, sigue cultivándose con la lectura diaria de poesía, sobre todo de Antonio Machado. Vestida de un impecable negro, contó cómo traicionaron a sus hermanos, que se entregaron en el ayuntamiento al llegar los nacionales pensando que no les pasaría nada. Pero los fusilaron y enterraron en una cuneta esa noche, el 5 de noviembre de 1937. También explicó cómo ella, ayudada por uno de los que cavaron la fosa obligados por los falangistas, dibujó un mapa con la localización exacta para que, si moría, alguien pudiera hallarla.

El caso de Asunción está en vías de solución. La juez de Villablino ha dictaminado la prueba del ADN para ver si alguno de los siete cadáveres encontrados es de sus hermanos. Pero hay otros muchos pendientes. Hasta 30.000.

Por eso la asociación presentó ayer, junto a Asunción y otros familiares, un decálogo de aplicación de la proposición aprobada por unanimidad el pasado miércoles, 20 de noviembre, en el Congreso. Una de las medidas más novedosas que piden es la organización de un acto simbólico, reuniendo a los cuatro presidentes de la democracia, para agradecer a las familias de los represaliados "el comportamiento que han mantenido durante la Transición, ya que renunciaron a sus derechos y fueron una garantía para la estabilidad política en el proceso hacia la democracia". Asunción reprocha al PSOE que no hiciera nada en sus 14 años de Gobierno por recuperar la memoria de los perdedores.

La asociación, dirigida por Emilio Silva y Santiago Macías, también exige, como muy urgente, la apertura de archivos militares donde están todos los datos. En muchos de ellos hay cartas enviadas antes de morir y nunca recibidas, o fotografías íntimas que las familias esperan. Se añade la ya clásica petición de retirar la placas franquistas que aún quedan en los pueblos y "exaltan a unos y olvidan a otros".

Entre los familiares estaba también Vicente Moreira, un niño de la guerra que desenterró a su madre en la primera fosa que se abrió en El Bierzo, en noviembre de 2001. Y Asunción Esteban, protagonista de la apertura de una fosa en Valdestillas (Valladolid). Y Juana Roca, cuyo abuelo sigue en una fosa común en el cementerio de Cartagena. E Isabel González Losada, cuyo hermano estaba también en Piedrafita, y que sólo pide justicia: "No puede ser que los asesinos estén en el cementerio y los incautos a los que mataron en una cuneta".

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