Historiografía republicana
Veintisiete años después de su publicación en Estados Unidos, aparece la traducción española de esta monumental investigación de J. G. A. Pocock, obra de referencia sobre la corriente de pensamiento nacida durante el Quattrocento que confirió nuevo sentido a las tradiciones griegas y romanas, atravesó los debates de la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII, influyó sobre los Padres Fundadores de la independencia americana y ha llegado hasta nuestros días como soporte de los ideales del republicanismo. Ese retraso editorial -felizmente recuperado- se explica tal vez por los riesgos comerciales inherentes a la versión castellana de un libro historiográficamente heterodoxo de traducción difícil, voluminoso, de abrumadora erudición y elevada densidad conceptual; la boga del republicanismo alentada por los actuales dirigentes del PSOE puede ayudar tal vez ahora a su promoción. En cualquier caso, el esfuerzo de Tecnos como casa editorial y de Eloy García como cotraductor (con Marta Vázquez-Pimentel) y firmante de una extensa introducción y de unas ilustrativas notas a pie de página merecen el elogio.
EL MOMENTO MAQUIAVÉLICO
J. G. A. Pocock Traducción de Marta Vázquez y Eloy García Tecnos. Madrid, 2002 668 páginas. 45,50 euros
En el breve prólogo escrito para la edición castellana, John Greville Agard Pocock (nacido en Lodres en 1924, estudió en Nueva Zelanda y Australia, investigó en Cambridge y fue profesor en la John Hopkins) recuerda que El momento maquiavélico es "la historia de un cierto patrón de pensamiento político e histórico primero italiano, más tarde inglés y escocés, y finalmente americano". Pese al lugar central ocupado en sus páginas por las innovaciones teóricas del secretario florentino, el título de la obra no debe llevar a la errónea conclusión de que se trata de una monografía sobre Maquiavelo. El hilo rojo de la investigación recorre el ininterrumpido debate abierto desde la quiebra de las monarquías absolutas sobre la posibilidad de encontrar una alternativa teórica y práctica a la unilateral concepción de la política de raíz contractualista que reserva el monopolio del gobierno a los representantes elegidos por los ciudadanos y que reduce a la persona a la condición de "una simple sombra en un universo capitalista y comercial". La polémica entre la corriente individualista situada en la línea de John Locke y las tendencias deudoras de Maquiavelo cobra hoy nueva vida frente a una globalización que tiende a liquidar las antiguas formas de soberanía: ante la eventualidad de un futuro posdemocrático, "creo que puede merecer la pena presentar a los investigadores españoles la historia del ideal republicano como la visión de un nuevo siglo en un momento a la vez milenario y maquiavélico".
Pocock habla de momento maquiavélico en dos sentidos complementarios. De un lado, significa la irrupción en la historia de una poderosa innovación cognosticitiva: desde la primera caída de los Médici en 1494 hasta su regreso al poder entre 1512 a 1527, pasando por la subversiva experiencia de Savonarola y el interregno del gonfaloniero Soderini. De otro lado, la expresión conceptualiza las tentativas de la República de Florencia orientadas a permanecer política y moralmente estable frente al destructivo flujo de acontecimientos irracionales que amenazaban con destruirla: para decirlo en el lenguaje de los coetáneos, la virtud enfrentada con la fortuna y la corrupción. La obra no es una historia del pensamiento político al uso sino la búsqueda selectiva a lo largo de la historia contemporánea de ciertos modelos permanentes acuñados en el tránsito del mundo medieval a la época moderna.
El descubrimiento de un nue-
vo concepto del tiempo, diferente a la vez de las concepciones cíclicas del pasado greco-romano y de las visiones teológicas o milenaristas de raíz cristiana, constituye el fundamento de la nueva concepción. Frente al encadenamiento de imprevisibles sucesos atribuidos a un poder inescrutable escondido bajo el disfraz de la divina providencia o la máscara de la fortuna, el humanismo renacentista descubre el tiempo secular o profano que le permite descubrir la racionalidad del mundo. La teorización tradicional de la politeia aristotélica y polibiana, que combina las virtudes particulares de los hombres al servicio de un bien universal, ofrece a los republicanos la fórmula adecuada para asegurar el vivere civile que les proteja de la inestabilidad causada por la corrupción.
La riqueza histórica, analítica y conceptual de esta compleja obra dificulta la tarea de seguir paso a paso la zigzaguente trayectoria recorrida por J. G. A. Pocock a fin de resumir cada estación o recodo del camino. El sentido unitario de la investigación no impide detener la marcha en algún periodo determinado o dedicar una especial atención al estudio de la obra de un autor o de una controversia: las oportunidades deparadas para esa lectura a la carta son tan abundantes como atractivas. Así, la Italia renacentista donde nace y se desarrolla la corriente del humanismo cívico inaugurada por Leonardo Bruni de Arezzo sigue conservando hoy su formidable capacidad de fascinación. Pocock no estudia sólo los grandes textos maquiavelanos -El Príncipe, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El arte de la guerra-, sino también las obras de Francesco Guicciardini y los ottimati menores, Donato Gianotti y Gasparo Contarini; el análisis de la visión mítica de Venecia es notable.
Tal y como el subtítulo -El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica- declara, la obra ofrece un segundo centro de interés y de organización de los materiales historiográficos: el viaje de los problemas y las respuestas del humanismo cívico desde la Italia renacentista al mundo anglosajón. Las controversias de la Revolución puritana y de la guerra civil inglesa, la Oceana de James Harrington, los conflictos entre Court y Country o las discusiones sobre la tierra, el comercio y el crédito alimentaron el debate sobre virtud y pasión, estabilidad y corrupción, república e imperio o valor e historia. Esas polémicas cruzarán el Atlántico e influirán sobre los Padres Fundadores de la revolución americana.
La obra de Pocock ocupa un relevante lugar en los debates historiográficos de las dos últimas décadas: su traducción al castellano ofrece una buena oportunidad para conocer y discutir esa heterodoxa visión alternativa del nacimiento de la modernidad.
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