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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Otros seguidores del rastro republicano

J. G. A. POCOCK no está solo en su febril búsqueda del rastro republicano. Con tanta o mayor intensidad, ése ha sido el empeño fundamental del que quizá sea el más grande historiador actual del pensamiento político: Quentin Skinner. Ambos son miembros, además, de la Escuela de Cambridge, en estos momentos el principal centro mundial de esta rama del saber. Lo mismo que otros autores como John Dunn o James Tully, el objetivo de esta escuela estriba en aplicar una metodología novedosa al estudio de la historia de las Ideas. Su gran aportación a este respecto consiste en prescindir de la tradicional interpretación "filosófico-sistemática" de los pensadores del pasado y optar por otra exclusivamente "contextual". La referencia al contexto es fundamentalmente lingüística. Se trata de averiguar cómo actúa un determinado texto dentro del conjunto de los discursos políticos disponibles en una determinada época. El análisis del público al que se dirigía un autor y de las otras teorías "con-textuales" permiten captar su "efecto ilocucionario", lo que dicho autor estaba haciendo al decir lo que decía. Mientras que Pocock se siente más cercano al concepto de paradigma de Kuhn aplicado a la historia de los discursos, Skinner estaría así más próximo de la teoría de los actos del habla de John Austin. Aplicando esta metodología a la obra maquiaveliana, Skinner llega a interpretar al autor florentino en clave republicana. Su pequeña pero intensa monografía sobre Maquiavelo (Alianza, 1985), le sirve para encontrar una explícita rehabilitación del humanismo político romano en el Renacimiento italiano. Así, Livio y Cicerón son reclamados para defender las libertades públicas de las ciudades-Estado renacentistas italianas frente al poder de los signori, de los grandes Estados modernos como Francia y España o de la misma Iglesia. Hace escasos meses ha visto la luz en lengua inglesa una ya imprescindible recopilación de los trabajos de Skinner sobre este mismo tema (Renaissance Virtues, Cambridge University Press, 2002). Como Pocock, nuestro autor es plenamente consciente también de las ulteriores recuperaciones de este discurso republicano en épocas bien distintas. Sobre todo en ese magnífico laboratorio de doctrinas políticas que es el periodo revolucionario inglés de la segunda mitad del siglo XVII. Ahí está la obra de James Harrington y John Milton, quienes atestiguan, en términos de otro excepcional libro de Skinner, el vigor de la Libertad antes del liberalismo (Cambridge University Press, 1998). Un concepto de libertad -calificado ahora como "neo-romano"- y de la relación entre individuo y comunidad, bien distinto al liberal que al final acabaría por predominar. Presta mayor atención a las virtudes cívicas, pero sobre todo exige a los ciudadanos una actitud mucho más vigilante hacia los detentadores del poder. En todo caso, por su sutileza no se dejaría enmarcar tampoco en la clásica distinción berliniana entre libertad positiva y negativa. Esta misma visión de la libertad sostendrá también después la revolución de las colonias americanas frente a la corona británica.Ya en otro nivel, no podemos dejar fuera del grupo de rastreadores de la tradición republicana a un autor como Mauricio Viroli. Su obra se centra casi exclusivamente en un análisis retórico de Maquiavelo y, en general, de la contribución del Renacimiento italiano a la formación de este discurso. Su biografía de Maquiavelo es tan amena como "tramposa" o tendenciosa (Tusquets, 2000), aunque su intento por escindir el "amor a la patria" de los republicanos del más propiamente nacionalista merece hacerle figurar entre uno de los imprescindibles conocedores del devenir histórico de esta sugerente corriente filosófico-política.

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Historiografía republicana

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