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Columna
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La amenaza de la encuesta

Hace años, si usted disentía con el régimen le mandaban la pareja de la Guardia Civil. Ahora, con éste, si usted disiente le hacen una encuesta, le consultan; puede que hasta le amenacen con someterle a un sondeo. Si usted es empresario es muy probable que la haya padecido o esté temblando porque lo vaya a padecer. Me refiero a una encuesta telefónica en la que tiene que decidir entre el Plan Ibarretxe o que las cosas sigan estando tan mal. Más de uno, a la tercera pregunta, se ha quejado de que esas no son maneras de hacer una encuesta. La encuesta como instrumento de coacción.

Sé empresario en Euskadi para que te vengan con esas encuestas y con esos compromisos. Y si al Gobierno no le ha gustado lo que has contestado, ¿qué haces con el siguiente pedido, en el próximo concurso público, con la próxima subvención a solicitar? Entre que las preguntas son sesgadas y la prudencia predicable de todo buen empresario, no hay que extrañarse que al Gobierno le salgan las contestaciones deseadas. Otra cosa es que el procedimiento carezca de ética, que para desautorizar a los representantes del empresariado se utilice la puñalada trapera de la encuesta envenenada.

No es ético que para desautorizar al empresariado se utilice la puñalada trapera de la encuesta envenenada

Pero el lehendakari sabe perfectamente cuál es la postura del empresariado. Se queja Ibarretxe de que la oposición no hace más que el discurso del miedo, aunque él reconoce las graves consecuencias de su plan cuando no duda manifestar ante la sociedad vasca reunida en el frontón de Anoeta de que por cada empresa que se vaya vendrán siete. El también nos mete miedo reconociendo que se pueden ir; el que puedan venir siete es algo muy difícil cuando las de toda la vida se van.

Por lo demás, nadie en su sano juicio debiera sorprenderse de que la mayoría del empresariado no esté de acuerdo con el traumático obstáculo a la libre circulación y a las relaciones económicas que supone la propuesta de libre asociación inventada por nuestro lehendakari. España, que como Estado moderno se configuró con muchos problemas, tuvo en esa génesis como Estado moderno varios protagonistas, y el empresariado vasco y catalán formaron parte de ese protagonismo.

Sé que los nacionalistas me van a decir que España es un invento de la Guardia Civil, pero debieran ser prudentes con esa visión de la historia, porque el fundador del cuerpo era de origen euskaldun y la segunda persona que lo mandó, el general Zaratiegi, lo era por los cuatro costados, además de mano derecha de Zumalakarregi, el que tan bien se lo pasó bombardeando Bilbao, donde fue herido de muerte. Huella euskaldun hasta en la Guardia Civil: seguro que esa realidad no se enseña en los euskaltegis. Los catalanes tuvieron al general Prim que fue mucho más presentable.

No sé si con lo que acabo de contar la identidad y la cultura milenaria del pueblo vasco continúan en pie. Tamaño baldón en pueblo tan inmaculado, según la historia que contaba la andereño Agurtzane, puede dar lugar a una nueva versión de La Vida de Brian, donde el protagonista, cogido in fraganti por un centurión haciendo una pintada contra los romanos, es obligado a escribirla cien veces por errores en la declinación de los casos. Aquí te hacen una encuesta cuando, provisto de un bocadillo de mortadela, vas a ver la película de la tele y el efecto es mucho más punitivo.

Mientras se propone el Plan Ibarretxe, Euskadi está perdiendo el tren de la historia -no digamos el de alta velocidad, que para colmo ahora sale con el trazado de U de Madrazo-. Una Euskadi despistada y esquizofrénica al habérsele planteado una secesión romántica que conlleva abandonar todas sus bazas para fomentar su pasada centralidad y hegemonía en el entorno próximo; que renuncia a su situación estratégica de conexión entre España y Francia, al renunciar de España y Francia.

Demasiadas renuncias: a su influencia económica en el entorno, al obligar al empresariado a renunciar de España (lo que les obligará a renunciar antes de Euskadi), y a su influencia cultural, enfrentando la cultura vasca a la española. Pero el que coaccionen con una encuesta no va ser suficiente causa para que todo el mundo, incluido el empresariado, se vuelva tan loco como el lehendakari, aunque sepamos, por la experiencia del siglo pasado, que una sociedad nacionalista es manipulable hasta cualquier locura.

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