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Crítica:CRÍTICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Occidente en Oriente

Mucho dicen al espectador europeo los nombres de algunos de los mayores cineastas chinos de la llamada quinta generación, como Chen Kaige o Zhang Yimou, pero poco o nada los de otros coetáneos, como Zhou Xiaowen, Chang Haiyan o incluso Feng Xiaogang, el director de la curiosa coproducción que es el objeto de estas líneas. Y sin embargo, Xiaogang goza de extraordinaria fama en su país, tal vez porque, a diferencia de los otros nombrados, practica un cine más popular, comedias de gran impacto en las que, como suele ser habitual incluso en condiciones de censura, se filtran formas de vivir y personajes perfectamente identificables por el gran público.

No es casual, entonces, que sea Xiaogang el responsable de esta curiosa película, mezcla de surrealismo y crítica de costumbres, con toques de metadiscurso. Su arranque no puede ser más chocante: se trata de contar, al principio, el rodaje de un remake de El último emperador, de Bernardo Bertolucci, que puso de moda los rodajes en la Ciudad Prohibida y, en general, tanto hizo por la normalización de relaciones (cinematográficas) entre Oriente y Occidente.

EL FUNERAL DEL JEFE

Dirección: Feng Xiaoming. Intérpretes: Ge You, Rosamund Kwan, Donald Sutherland, Paul Mazursky, Ying Da. Género: comedia fantástica, China-Estados Unidos, 2002. Duración: 100 minutos.

Ese tema de arranque, no obstante, demostrará sólo eso, un comienzo. Porque pronto veremos que en verdad de lo que se trata es de poner en solfa, a costa del supuesto entierro del famoso cineasta occidental (Donald Sutherland), no menos supuestamente fallecido en acto de servicio, las nuevas formas de ese neocapitalismo de Estado que campa por sus fueros en el país de Mao Zedong. Así, pronto la película se convierte en una esperpéntica carrera en pos de quiénes, y de qué forma, patrocinarán el mentado funeral, convertido en un fenómeno mediático antes incluso de producirse.

Eso permite a Xiaogang una feroz, y desopilante, diatriba contra la publicidad, pero también contra la mentalidad de nuevo rico, que, por lo que parece, gana terreno cada día en el país asiático. Y como en toda comedia que se precie, en el fondo también se cuenta una trabajosa historia de amor.

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