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ESTRENO

'Una casa de locos' abre el 40º Festival de Cine de Gijón

Abbas Kiarostami, Jem Cohen y Tony Gatlif serán homenajeados en el certamen asturiano

Con la proyección a concurso de Una casa de locos, de Cédrick Klapisch, que hoy se estrena en España, arrancó ayer la 40ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, que este año rendirá homenajes a los realizadores Abbas Kiarostami, Jem Cohen y Tony Gatlif y al movimiento francés de la nouvelle vague. El certamen alcanza la veteranía de cuatro décadas de existencia manteniéndose fiel al compromiso de perseverar en la apuesta por "el inconformismo frente al cine previsible", en expresión de su director, José Luis Cienfuegos.

Siete salas cinematográficas gijonesas programarán durante nueve días 210 proyecciones, con diez ciclos paralelos específicos, que este año estarán dedicados a los realizadores y movimientos homenajeados, pero también al mejor cine que pasó por el certamen en sus 40 años de existencia, al documental musical, a los jóvenes realizadores asturianos, al cortometraje español, a la maldad como tema cinematográfico y al cine infantil y adolescente, que fue la original especialización del festival asturiano durante casi tres décadas, y que este año volverá a tener carácter competitivo. A la actividad cinematográfica se suman en esta ocasión tres exposiciones y una amplia programación de fiestas y conciertos de música.

En el certamen de Gijón compiten este año, entre otros largometrajes, la francesa Una casa de locos, de Cédrick Klapisch, una ácida mirada sobre la unidad europea, las becas Erasmus, el mercado laboral y los últimos coletazos en la vida universitaria que ha arrasado en las taquillas francófonas y que desde hoy se exhibe en las salas españolas; la estadounidense Punch-drunk love, de Paul Thomas Anderson, una historia romántica que obtuvo el premio a la mejor dirección en el último festival de Cannes; la iraní Marooned in Iraq, de Bahman Ghobadi, una comedia enloquecida que cosechó el gran premio en los certámenes de São Paulo, Montreal y Chicago; la coproducción euronorteamericana The good girl, de Miguel Arteta, una comedia agridulce de tono costumbrista, estimada como el gran éxito del año del cine independiente en EE UU; la sueca Lilya 4-Ever, de Lukas Moodysson, un relato áspero y crudo sobre la desintegración de la Europa del Este y la pérdida de identidad, y que es la película candidata de su país a los oscars y está propuesta para los premios del cine europeo; y Women's prision, la polémica película de la iraní Manijeh Hekmat sobre las condiciones vida en las prisiones de mujeres de su país.

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