El fuerte recorte del gasto aprobado por Schröder amenaza con conducir al país a una recesión
Alemania apostó ayer su futuro inmediato a una sola carta. El Consejo de Ministros aprobó al mismo tiempo el mayor recorte del gasto social y la más fuerte subida de impuestos que se recuerda en los últimos años, en un intento desesperado de cerrar los agujeros de la Hacienda pública y cumplir con el Pacto de Estabilidad europeo. Pero la fuerte contracción del gasto amenaza con hundir definitivamente en la recesión a la economía alemana, que ya muestra signos claros de desfallecimiento, según advirtieron la oposición, los empresarios y la mayoría de analistas.
La apuesta es arriesgada. El Gobierno de Gerhard Schröder quiere evitar como sea violar el Pacto de Estabilidad en 2003 por segundo año consecutivo. Las medidas aprobadas ayer están destinadas a tranquilizar a Bruselas, pero amenazan con agravar la caída de popularidad de Schröder y desatar una oleada de protestas en todo el país. La lista de lo decidido es larga: un presupuesto de emergencia para poder acabar el ejercicio, el borrador del presupuesto para el año que viene y un paquete especial de subidas de impuestos.
La oposición ya ha anunciado que tratará de bloquear las medidas, vista su impopularidad: introducción de un impuesto del 15% a la venta de acciones; mayores tasas sobre los carburantes, eliminación de ayudas fiscales a los que se construyen su casa... Los médicos verán su sueldo congelado en 2003 y el Gobierno busca hacer lo mismo con tres millones de funcionarios.
La lista sigue. La reforma del mercado de trabajo recién aprobada supondrá que los parados recibirán el año que viene 7.700 millones de euros menos, según el cálculo que ofreció ayer el ministro de Economía. Para compensar, el Ejecutivo aprobó congelar los sueldos de los ministros y los secretarios de Estado.
El presupuesto de emergencia también contempla nuevas deudas que elevarán el endeudamiento por encima de la inversión pública, algo que contraviene la Constitución alemana.
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