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LA CRÓNICA
Columna
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La letra comiendo entra

No es muy frecuente que a un restaurante le desaparezcan los menús, pero eso es lo que ocurre en Tarragona esos días. Y todo por culpa de la literatura, cosa aún más rara. Este mes de noviembre la ciudad anda enfrascada en una sopa de letras que tendrá su apoteosis final el sábado próximo con la concesión de los Premis Literaris Ciutat de Tarragona. La letra da para mucho, sólo se necesita imaginación, y si no acérquense estos días a la vieja Tarraco para comprobarlo: música, exposiciones, teatro, recitales de poesía, rutas literarias, literatura virtual, encuentros, homenajes... El área de Cultura del Ayuntamiento, en colaboración con el departamento de Filología Catalana de la Universitat Rovira i Virgili, ha confeccionado un extenso programa que puede satisfacer no sólo a los amantes de las letras, sino a cualquier alma mínimamente sensible que tenga los sentidos en estado receptivo.

Se trata de añadir olfato, oído y gusto a los otros dos sentidos que usamos para leer: vista y tacto

La propuesta se titula Amb els cinc sentits. Tardor literària y se trata de añadir los sentidos del olfato, el oído y el gusto a los otros dos que normalmente usamos para leer: la vista y el tacto. Los responsables del invento son Joan Cavallé, gestor del área de Cultura, y Rosa Comes, que coordina las actividades. Con ellos nos encontramos en la parte trasera del teatro Metropol -una filigrana modernista del insigne Josep Maria Jujol-, sede de una parte del área de Cultura y campo de batalla de Cavallé para cocer nuevos proyectos.

La vida literaria de lo que se denomina el Camp de Tarragona siempre ha quedado bastante al margen respecto de Barcelona. Los escritores tarraconenses se quejan de la poca presencia o resonancia de sus obras y, en general, de todo lo referente a la cultura, en los medios de comunicación. Los Premis Literaris Ciutat de Tarragona llegan a su 13ª edición, pero no creo que un ciudadano de Girona esté al corriente de ellos porque muchas veces pasan inadvertidos. Los premios literarios se promocionan en función de la editorial que los publica. Los de Girona, por poner otro ejemplo, tienen una solera de años y un prestigio que necesita poca promoción, los Octubre de Valencia son una pica en Flandes que hay que proteger. ¿Sabe alguien, en cambio, no ya quién ganó el premio de narrativa de Tarragona del año pasado, sino cómo se denomina el premio en cuestión? Sinceramente, yo me he enterado gracias a la redacción de esta crónica, y me culpo de ello.

Hace unos meses recibí un manifiesto firmado por el colectivo de escritores del Camp de Tarragona en el que se hace hincapié en la poca difusión que los medios de comunicación locales y comarcales hacen de la literatura generada en este territorio. Reclaman una atención más extensa, intensa y profesionalizada, se piden espacios fijos que informen y generen debate cultural y se ofrecen para el diálogo y la colaboración. Este manifiesto se enviará próximamente a las entidades culturales y a todos los medios de comunicación del Camp de Tarragona.

Pero, sin olvidar la reivindicación, es evidente que el programa de Amb els cinc sentits está confeccionado para el placer de la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Y a ello hemos ido. Joan y Rosa nos acompañaron por la Tarragona antigua hasta llegar a la sede del restaurante del Colegio de Arquitectos, Barhaus, que tiene por cimientos nada menos que el romano templo de Júpiter. Diseñado por Rafael Moneo, conserva parte de las piedras del templo, y así nos disponemos a enfrascarnos en una pequeña orgía donde se mezclan la historia, el arte, las letras y el gusto por el buen comer. Perfecto.

Se trata de saborear platos inventados a raíz de un texto literario que tenga como referencia la gastronomía. Son de sobra conocidos los escritores que, a lo largo de la historia, han querido reflejar la riqueza gastronómica o el proceso de elaboración de algún plato. Desde El satiricón de Petronio, pasando por el Salambó de Flaubert, hasta cualquiera de los infinitos escritos de Josep Pla, algunos poemas de Neruda, Maria Mercè Marçal o Vicent Andrés Estellés, las novelas de Vázquez Montalbán... Diez restaurantes tarraconenses incluyen durante este mes de noviembre algún plato -a veces todo un menú- con recetas inspiradas en esos textos. En el Barhaus saboreamos unas Arbequines de l'amor inspiradas en el poema de Maria Mercè Marçal; un cruixent d'ous ferrats amb favetes i xoriço bon profit, del poema Ous ferrats, de Martí i Pol; los mollets estellesians... tienen su punto de referencia en Aquells mollets que menjàrem al port, de Estellés; el Senglar de Trimalció nos llega de Petronio y El festí de fruites, de Flaubert. En la carta, al lado de cada plato, el cliente encuentra el texto de referencia. Lo que nadie se explicaba es la rapidez con que han volado esas cartas (incluso las esconden bajo el mantel). ¿Será que, comiendo, la letra entra mejor?

Otra propuesta literaria se dirige a los jóvenes de entre 15 y 25 años a través de Internet. Se trata de recorrer la Ciutat literària, una ciudad virtual llena de muros donde el visitante graba poemas o fragmentos de narraciones. Cada rincón de la ciudad acoge una manifestación distinta según el nombre: el carrer Estret, la plaça dels Sonets, l'estació de l'Inici... (www.premisliteraris.org). ¡Ah! Se me olvidaba: el nombre del premio de narrativa es Pin i Soler y lo edita Proa. Pero hay otros siete premios.

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