Cajasur, el PP y cinco lecciones
Las Cajas de Ahorro por su carácter fundacional, por la ausencia de propietarios de las mismas y por su gestión y control mediante representación social, son el paradigma de que el funcionamiento del mercado no tiene su base en el concepto de propiedad privada, sino en la existencia de unas reglas de juego que garanticen el acceso al mercado de oferentes y demandantes en libre concurrencia. Esta afirmación que parece intrascendente para los profanos en economía, es sin embargo de suma trascendencia político económica, pues para la derecha supone tener que tragarse su máxima de propiedad privada igual a eficiencia económica y, en consecuencia, rendirse ante la evidencia de que es posible otra economía.
De hecho, tal es la espina que tienen clavada, sobre todo porque las cajas copan el 50% del mercado y además jamás ha entrado en crisis alguna mientras que se cuentan por decenas los Bancos quebrados en los últimos 25 años, que la derecha no ha parado de torpedear las Cajas y la regulación de la mismas. En Andalucía esta labor del PP ha sido evidente: primero, intentó boicotear la Ley andaluza de cajas; después, Aznar la recurrió ante el Tribunal Constitucional para paralizarla; más tarde, se declaró una guerra total para impedir los nuevos estatutos; y lo último ha sido una nueva Ley nacional que expolia las competencias de la Junta de Andalucía y saca de su control a Cajasur.
Y no es baladí la cuestión de Cajasur. Esta Caja tiene la particularidad de estar controlada por la Iglesia, a pesar de que las Cajas no tienen dueño, y que siempre ha ido de la mano del PP en el boicot a la ley andaluza. Manifestaciones en las calles, discursos de provincianismo anti-andaluz, intrigas palaciegas para que Aznar recurriese al Tribunal Constitucional o haga una ley estatal que quite competencias a la Junta... Todo para que Cajasur quede fuera del control de los andaluces y en las manos del prócer cajero, como a él le gustaría que le llamaran, Padre Castillejo.
No obstante, como nada es por nada en esta vida, ni tan siquiera no pecar, puesto que se hace para ganar la vida eterna, resulta que el señor Castillejo ha hecho que, al más puro estilo del Mississippi, Cajasur le pague el ya famoso, ilegal según la Junta e inmoral según el que suscribe, seguro de jubilación. Seguro que, curiosamente, no tiene como beneficiarios subsidiarios a la Iglesia, ni a las Hermanitas de la Caridad, ni a las Misiones, ni la restauración de los templos en mal estado de Córdoba, como mandaría la caridad cristiana, sino a sus propias hermanas. Y claro está, como el PP ha llegado a un acuerdo de sangre con Castillejo, ahí tenemos a todo el PP, encabezado por Arenas y la señora Martínez, y a su farándula mediática esparciendo boñigas a diestro y siniestro, con el único fin de tapar la faena de Córdoba.
Y uno, que no para de quedarse perplejo, se pregunta: ¿Y la Iglesia cuándo va a hablar en cristiano, para que todos nos enteremos de lo que piensa hacer?, ¿Y quien va a devolver el dinero a Cajasur?, ¿Y este hombre no piensa dimitir?
Y cuando la mente empieza a calentarse y deriva hacia la broma: ¿irán a sacar a la calle otra vez a los manifestantes, ahora a favor de la pensión? ¡A ver si va a resultar que Teófila Martínez lo que quiere es ser presidenta de Cajasur y no de la Junta de Andalucía! Mira que si estamos ante el milagro de los euros cordobeses y termina alguien canonizado.
Lo cierto es que, como en todos los hornos cuecen habas, al PP y al presidente de Cajasur se les han quemado, por intentar llevar el concepto de propiedad privada al campo de las Cajas. No obstante, lo importante de todo esto es aprender unas cuantas lecciones: primero, que a pesar de todo las Cajas siguen siendo mucho mejores que los Bancos (los del BBV se pusieron pensiones para todos y se llevaron el dinero a paraísos fiscales y los de Banesto simplemente se lo llevaron); segundo, hay que establecer límites a las retribuciones de los cargos de las Cajas, para que no expolien los beneficios dedicados a la obra social; tercero, hay que hacer efectiva la limitación de mandatos en las Cajas, pues se ha demostrado que con el tiempo se pierde la perspectiva de que no son propiedad de quien las gestiona; cuarto, señora Martínez, en política no todas las alianzas son buenas y mucho menos las que se hacen con quien maneja el dinero de otros; y quinto, la Iglesia, mejor que se dedique a lo suyo, que con el dinero siempre termina liada.
Ah! Se me olvidaba: esperemos que al menos se hayan hecho bien las cosas con Hacienda y el seguro haya tributado en el IRPF, porque si no, esto puede terminar peor que el rosario de la aurora.
Luis Ángel Hierro es diputado del Parlamento de Andalucía por el PSOE.
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