El crédito de Schröder
La economía alemana, que representa un tercio de la del área euro, está bajo mínimos. Así lo reconoció ayer el canciller Schröder al anunciar las medidas que propondrá para intentar contener el aumento del déficit público, cuya magnitud lastra a su vez las posibilidades de recuperación. El problema es que el crédito del canciller, a dos meses escasos de las elecciones del 22 de septiembre, está bajo mínimos frente a una oposición crecida, que tiene mayoría en la Cámara alta y que podrá utilizarla para bloquear nuevas normas impositivas. Hay pocos antecedentes de un derrumbe tan rápido. Un sondeo reciente atribuye al SPD de Schröder diez puntos menos en intención de voto que a los cristianodemócratas de Merkel y Stoiber.
El canciller endosó ayer el crecimiento del déficit a la reducción de ingresos fiscales provocada por la mala coyuntura. Es cierto que, tras una nueva rebaja de las previsiones, el crecimiento se aproxima a cero, pero la oposición cree que los datos ya eran conocidos antes de las elecciones y que fueron ocultados deliberadamente por temor a su efecto negativo en el electorado. Sobre todo le reprochan haber ganado con la promesa de que no subiría los impuestos, cuyo incumplimiento anuncia ahora. Schröder ha pedido cooperación a la oposición para hacer frente a la emergencia, pero la respuesta ha sido solicitar una comisión de investigación para establecer si hubo ocultación.
Entre las medidas contra el déficit que debatirá mañana el Gobierno de Berlín figura un nuevo impuesto sobre las plusvalías en la venta de acciones e inmuebles, subida de las cuotas de la Seguridad Social y un recorte en el gasto de sanidad con la aplicación de un medicamentazo. El Gobierno prepara también reformas del mercado laboral destinadas a contener el crecimiento del paro, que roza ya el 10%, casi el doble que en Estados Unidos o en el Reino Unido, aunque punto y medio por debajo del de España. Algunas de esas medidas no son aceptadas por un sector de los Verdes, lo que podría comprometer su aprobación en el Parlamento.
La capacidad de maniobra es limitada porque la política monetaria depende ahora del Banco Central Europeo y la presupuestaria está condicionada por el Pacto de Estabilidad. Bruselas acaba de abrir expediente sancionador a Alemania por haber superado en ocho décimas el tope de déficit (3% del PIB) establecido para los países del euro. La paradoja consiste en que quien impuso esa medida para controlar a los socios poco rigurosos en el gasto sea ahora su transgresor y quien pida flexibilidad para vadear su crisis.
