Sadam Husein acepta "sin reservas" la inspección de Naciones Unidas
El régimen de Sadam Husein se somete a una investigación de sus arsenales sin condiciones
Dos días antes de que concluyera el plazo fijado por el Consejo de Seguridad, Irak confirmó ayer que acatará la resolución de la ONU y permitirá la vuelta de los inspectores de armas. En una carta dirigida al secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, Bagdad también aseguró que no tiene ni piensa adquirir armas de destrucción masiva. Washington reaccionó con cautela, repitiendo que no tolerará ni dilaciones ni negociaciones por parte del Gobierno de Sadam Husein. En la carta 'Irak acepta la resolución, y acepta la vuelta de los inspectores sin condiciones ni reservas', dijo el representante iraquí ante la ONU, Mohamed Alduri, 'también hemos dicho que Irak no ha tenido ni tendrá armas de destrucción masiva'.
'Tampoco estamos preocupados' por lo que pueden encontrar los equipos de Naciones Unidas que el próximo lunes han anunciado su llegada a Bagdad. Alduri también afirmó que éstas serán las conclusiones que el Gobierno iraquí incluirá en el informe sobre su arsenal que debe remitir antes del 8 de diciembre, tal y como estipula el calendario de la resolución aprobada la semana pasada por el Consejo de Seguridad.
Poco antes de la respuesta de Bagdad, el presidente estadounidense, George W. Bush, aseguró que EE UU aplicará una 'tolerancia cero' en todo lo referente a Irak. 'No puedo decirlo más claro, no toleraremos más retrasos', dijo Bush que ayer se entrevistó con el secretario general, Kofi Annan. Lo importante es que se aplique la resolución sobre el terreno y que los inspectores vuelvan', dijo Annan tras su reunión.
En la carta de nueve páginas, el ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Naji Sabri, acusa a los Gobiernos estadounidense y británico, coautores de la resolución, de 'mentiras' y 'manipulaciones' y afirma que el regreso de los inspectores demostrará al mundo que Bagdad no ha mentido. Irak, indica Sabri, no ha desarrollado armas de destrucción masiva 'sean nucleares, químicas o bacteriológicas'.
El régimen de Sadam Husein 'espera con impaciencia que [los inspectores] puedan llevar a cabo su trabajo de acuerdo con las normas internacionales', sigue diciendo la carta, 'si lo hacen siguiendo las leyes y con profesionalidad, sin intenciones premeditadas, sus mentiras [de EE UU y el Reino Unido] quedarán expuestas ante la opinión pública'.
En Irak, la televisión estatal interrumpió su programación para confirmar que el Gobierno había 'aceptado la resolución 1.441 pese a sus malas intenciones' a fin de 'evitar que los injustos dañen al pueblo'. Respecto a la reciente recomendación del Parlamento iraquí de no aceptar la resolución, el embajador Alduri comentó a la prensa en la ONU que 'ha sido una decisión muy política'.
La pronta respuesta iraquí sorprendió. Se pensaba que Bagdad esperaría hasta el último momento para contestar. Tenía hasta el viernes para acatar el nuevo texto, redactado por Estados Unidos y aprobado por unanimidad por el resto de los 15 miembros del Consejo. La resolución, la 'última oportunidad' antes de la guerra, refuerza considerablemente el mandato de los inspectores y advierte de 'consecuencias graves' en caso de nuevos incidentes.
Al afirmar de antemano que ha eliminado todo su arsenal, Irak toma importantes riesgos. Si de aquí al 21 de febrero, cuando deben remitir su primer informe, los inspectores descubren algo sospechoso, el obstruccionismo de Bagdad podrá considerarse como motivo suficiente para justificar un ataque militar.
En sus siete años en activo, UNSCOM, la antigua agencia de desarme de la ONU, destruyó más armas de destrucción masiva que la guerra del Golfo, pero sus antiguos inspectores coinciden en asegurar que no pudieron eliminarlo todo. Washington y Londres han acusado en numerosas ocasiones a Sadam Husein de querer construir un bomba nuclear. Mohamed el Baradei, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), aseguraba en una reciente entrevista en The New York Times que será complicado encontrar pequeñas cantidades de uranio o plutonio adquiridos en el mercado negro.
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