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CLÁSICOS DEL SIGLO XX: UNA INVITACIÓN A LA LECTURA

En defensa de los pobres

John Steinbeck trabajó como jornalero, albañil, vaquero y otras muchas cosas antes de ponerse a escribir sobre la gente que depende de la tierra en su lucha perpetua por la supervivencia. Había nacido en Salinas, California, en 1902 y pasó la mayor parte de su vida en el condado de Monterrey, el escenario de muchos de sus libros.

Steinbeck procuró costearse su propia vida desde pronto, pese a que su padre era un funcionario acomodado, lo que le llevó a aceptar todo tipo de empleos mientras estudiaba Biología en la Universidad de Stanford. Nunca terminó la carrera y sus primeros libros tampoco le proporcionaron éxito o dinero. La taza de oro, una novela publicada en 1929 que narra la vida y hazañas del pirata Morgan, no tuvo resonancia alguna. Lo mismo ocurrió con Las praderas del cielo, un libro de relatos situado en las comunidades agrícolas del sur de California, y con A un dios desconocido, publicado en 1933. Sería la historia, entre sentimental y picaresca, de los braceros mexicanos de Tortilla Flat la que lo llevaría a la fama en 1935.

El duro recuento de una huelga de jornaleros, detallada en Una vez hubo una guerra, allanó el camino de sus siguientes libros. En 1937 aparece De ratones y hombres, que narra las peripecias de Lennie, un corpulento subnormal, y de George, su espabilado compañero. Las uvas de la ira, publicado en 1939, se convirtió en un éxito desde el principio. Durante años esta obra galardonada con el Premio Pulitzer compartió con Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, los primeros puestos de las listas de libros más vendidos en EE UU.

Decadencia

La obras aparecidas tras la Segunda Guerra Mundial no recibieron el apoyo de la crítica, que en buena medida empezó a considerar a Steinbeck como un escritor sensiblero de técnica mediocre. La perla, una breve parábola aparecida en 1948, y Al este del Edén, publicado en 1952, fueron sus obras más relevantes en este periodo. En 1961 Steinbeck publicó una nueva novela, El invierno de mi desazón, y al año siguiente recibió el Premio Nobel.

Como representante del realismo social estadounidense, a John Steinbeck se le consideró desde sus comienzos como un autor de izquierdas. En 1947, por ejemplo, visitó la Unión Soviética y fue recibido como un paladín del proletariado, pero él se consideraba por encima de todo un 'patriota' estadounidense. Sus buenas relaciones con la izquierda de su país terminaron en los años sesenta, cuando justificó la intervención militar en Vietnam. En 1968 moría en Nueva York tras sufrir un infarto.

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