'Como representantes públicos, nos sentimos timados y engañados'
Cajasur nació en 1995, de la fusión de la antigua Caja Provincial de Córdoba y de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Desde entonces la relación entre la Diputación y la Iglesia, instituciones fundadoras de las dos entidades financieras, no ha sido fácil. En el equilibrio de poderes la balanza se inclina a favor de la Iglesia, que tiene seis representantes en el Consejo de Administración de la caja, frente a sólo dos de la Diputación. El presidente de la institución provincial, Francisco Pulido, cree que desde la fusión Cajasur ha perdido competitividad: cuestiona la gestión de Miguel Castillejo, critica los personalismos y demanda más transparencia y democracia interna.
Pregunta. Como máximo representante de la institución cofundadora de la caja, ¿se siente con derecho a pedir explicaciones sobre la póliza suscrita en beneficio de Miguel Castillejo?
Respuesta. Sin duda. Cuando surgió la polémica, como presidente de la Diputación tuve que asumir la responsabilidad. La primera decisión fue llamar a consultas a los consejeros de la institución provincial en la caja. Luego pedimos una entrevista con el obispo, que hasta el momento no ha respondido. Creo que es importante que hablemos del futuro del ahorro de los cordobeses; tenemos clara la obligación de defender a la caja, a sus trabajadores e impositores. Porque en Cajasur está el 60% del ahorro local, y todos, yo el primero, tenemos allí nuestras cuentas, nuestras hipotecas. Creemos en el proyecto y no queremos que nadie nos decepcione.
P. ¿A qué decepción se refiere?
R. La Diputación hizo una apuesta muy importante para crear una entidad financiera fuerte, capaz de generar desarrollo. No sólo a nivel provincial, sino también en el ámbito andaluz y en el nacional. Tras la fusión, la caja era la segunda de Andalucía, después de Unicaja, y a escala nacional ocupaba el puesto número 12. Ahora ya no es así; lamentablemente estamos en el tercer o cuarto puesto en Andalucía, detrás de El Monte y La General, y en lo nacional, en el puesto 22. Hay que hablar de la gestión de los últimos seis años.
P. ¿Cómo cree que debería responder Castillejo?
R. La caja tiene una dimensión pública y social muy importante, y en estos casos la responsabilidad de los individuos tiene que estar a la altura de la entidad. No entiendo que lo personal prevalezca sobre lo colectivo. Yo, como representante de una institución pública, sabría lo que hacer ante un problema como este: me iría, porque el proyecto es más importante que mi persona.
P. ¿Cuál es el equilibrio de poderes entre la Diputación y la Iglesia dentro de Cajasur?
R. La pregunta no es quién controla. Lo que queremos es una caja transparente, democrática, en la que todos los consejeros tengan la información precisa. Y queremos saber qué se hace con la obra social, que es una cuantía importante. En lo que toca a la Diputación, creo que tenemos voz y voto para tomar decisiones. Pero sí es verdad que, como representantes públicos, nos hemos sentido timados y engañados. Confío en que lo que fue un proyecto solidario no termine estando al servicio de un interés personal.
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