El Ejército israelí ocupará Cisjordania tras el atentado contra un 'kibutz'
Cinco muertos, entre ellos una madre y sus dos hijos, en el ataque del brazo armado de Al Fatah
El Ejército de Israel se prepara para la represalia. El nuevo ministro de Defensa, el halcón Saúl Mofaz, ha ordenado a las tropas que ocupen el norte de Cisjordania por tiempo indefinido, en represalia por el asesinato de cinco vecinos de un kibutz (colonia agrícola), perpetrado por un palestino el domingo por la noche. Este nuevo ciclo de violencia amenaza con convertir en papel mojado cualquier iniciativa de paz; el mapa de ruta hacia un acuerdo diseñado por la Casa Blanca o el diálogo de Al Fatah con Hamás para poner fin a los ataques suicidas.
'¿Por qué nosotros, por que nosotros?', repetía ayer una y otra vez Gabriel Milberg, de 57 años, padre de seis hijos, oriundo de Uruguay, uno de los miembros más antiguos de la comunidad del kibutz Metzer, en el que desde ayer viven cinco granjeros menos.
Un activista enloquecido militante de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, vinculado al partido gubernamental palestino Al Fatah, se había infiltrado la noche anterior en el poblado, para disparar contra sus vecinos. Los primeros en caer fue una mujer, divorciada, Revital Ohayun, de 34 años, y sus dos hijos, Matan, de cinco, y Noam de cuatro. Fueron abatidos a tiros en el interior de su casa, mientras la madre arropaba con mantas a los niños, les leía las ultimas frases de un libro de cuentos y se disponía a apagar la luz de su habitación. Luego en los senderos del kibutz murieron otros dos más: Yitzchak, de 44 años, que trabajaba como secretario de la granja colectiva, y Tirza Damari, de 42 años, que se encontraba ocasionalmente de visita en el lugar.
En esa misma puerta de la casa, que el mensajero de la muerte había abatido de una patada brutal, alguien colocó ayer una nota manuscrita con lápiz. La caligrafía era la de una mano trémula, la de un niño: 'A toda la familia, feliz año nuevo, que bebáis vino, que comáis granadas muy ricas, y que os sea dulce y agradable. Os quiero mucho'. El mensaje estaba firmado por el pequeño Matan, una de las cinco víctimas mortales. La carta estaba dirigida a sus padres. Había sido escrita hace poco menos de tres meses con ocasión del Nuevo Año Judío. Fue su último Rosh Hashaná.
El kibutz Metzer, fundado en 1953 por 40 judíos oriundos de Argentina, era hasta ayer uno de esos escasos baluartes en el que convivían árabes e israelíes. Situado muy cerca de la línea verde que separa Israel de los territorios autónomos palestinos, se había convertido a lo largo de su medio siglo de historia en una cátedra de convivencia. Sus habitantes, en su mayoría militantes o simpatizantes del movimiento pacifista Meretz, habían tejido con las comunidades palestinas de su entorno unos estrechos lazos de amistad.
Cátedra de convivencia
Los árabes les enseñaron a cultivar la tierra. Los judíos argentinos les entregaron como contrapartida algunas clases de español y, sobre todo, demostraban respeto por sus propiedades, negándose a fagocitarlas a pesar de las consignas del Gobierno israelí.
La comunidad de Metzer se había movilizado a favor de sus vecinos palestinos una semana atrás, para que el muro de seguridad con el que Israel trata de aislar las zonas llamadas terroristas respetara las fronteras históricas de 1967 y su construcción no supusiera un nuevo acto de saqueo y anexión por parte del Gobierno de Ariel Sharon.
'El atentado en Metzer ha sido brutal y muy grave. Israel responderá muy pronto de manera acorde', anunciaba por la radio un alto mando militar, adelantándose así a los acuerdos que horas más tarde adoptarían el nuevo ministro de Defensa, el halcón, Saúl Mofaz, y todos los mandos del Ejército. Las tropas ya han recibido la órden de ocupar el norte de Cisjordania, especialmente las ciudades de Nablús, Yenín y Tulkarem, para desencadenar desde allí una operación de peinado, con la que desarticular los comandos terroristas, en una maniobra similar a la ejecutada el pasado mes de marzo, que recibió la condena de la comunidad internacional y que fue bautizada con el nombre Muro de Defensa.
El atentado ha desconcertado también al Gobierno de Yasir Arafat que, tras condenar el acto, mandó abrir una investigación interna para detener y juzgar al autor de la masacre. La Autoridad Palestina subrayaba que la operación amenaza con hacer fracasar cualquier intento de pacificación; desde el mapa de ruta para la paz diseñado por la Casa Blanca, hasta el diálogo que Al Fatah mantiene con Hamás en El Cairo para poner fin a los ataques suicidas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.